Conociendo a
José Vicente Scorza.
La
huella que dejo en nosotros
Dr. Eric Brown*
Hoy cuando conmemoramos el primer mes de la partida de José
Vicente Scorza y reflexionamos sobre las huellas que ha dejado en nosotros, no
podemos callar, un tropel de emociones
se atropellan en nuestra mente buscando caracterizar la naturaleza de la
relación que cultivamos con él, en mi caso particular es a pesar de la nostalgia, placentera.
Conocí a Scorza en los albores de la década de los ochenta, a
mediados del 82. Estudiaba Agrobiologia y me inquietaba la temática de mi trabajo de grado. Luego de haber cursado
Parasitología Animal con el profesor Gustavo Morales y proveniente como era de
una escuela agropecuaria del país en la cual había entrado en contacto con la tripanosomiasis
bovina, sentía curiosidad por descifrar el enigma del porque a pesar de la sintomatología
que caracterizaba a esta dolencia no podía exponer mediante análisis hematológico
el agente etimológico de la enfermedad. En mi curiosidad académica consultaba
con todo el que pudiera darme luces. Alguien ya no sé quién, me dijo que quien podía aclararme esas cosas era el Doctor José Vicente Scorza. Como joven
irreverente fui y me le presente, buenos días Doctor, sabe usted yo estudio Agrobiologia
y aspiro hacer mi trabajo de grado en el estudio de la Tripanosomiasis bovina
aprovechando las vacaciones para hacer el
trabajo en el oriente de donde soy. Perplejo por mi actitud hizo espacio en
sus ocupaciones y me dijo, mira eso no es fácil la evidenciacion del
tripanosoma en animales crónicos es complicada pero si buscas adecuadamente podrías
tener suerte. Entre hojas de papel de su escritorio hizo para mí un esquema de
como inocular solución fisiológica en los ganglios linfáticos y su posterior
extracción. Me indicó los procesos de fijación y coloración y se puso a la
orden para ayudarme en el avance de mi trabajo. A la postre las complicaciones logísticas en
mi Tigre natal impidieron que concluyera el trabajo aunque si hice el ejercicio
tal cual el me lo diseño. De ese pasaje de vida quiero reivindicar el agudo
desprendimiento que tenía el Doctor
Scorza, su capacidad de desprendimiento lo llevaba a compartir su sabiduría de manera prodiga. Su interés
por el conocimiento solo era superado
por su capacidad de compartirlo. Muestra de ello, fue que una personalidad como
la suya, decidiese hacer un alto en sus ocupaciones y dedicarse a explicarle a
un estudiante desconocido una metodología de trabajo en una dolencia que no
resolvería más que mis atribulaciones. Ese comportamiento suyo no era exclusivo
hacia mí, ni hice nada especial para merecerlo; él era así con todo el que se
le acercara.
Al final mi trabajo de grado como Técnico Superior Pecuario
fue la Determinación de las causas de mortalidad de los gazapos en la primera
semana de vida.
Luego de esa inicial e impactante relación con quien
considero a la postre mi maestro, se sucedieron otros encuentros previstos solo
por la providencia divina. Al egresar
como Técnico Superior Universitario regrese a El Tigre donde trabaje en un sin
fin de iniciativas pero nada parecía satisfacerme, tal vez el gusanillo del
amor que me había picado en Trujillo me hizo volver e inicie labores en una de
las granjas cunículas más grandes del estado hasta que surgió de la mano de mi
ex profesor de parasitología la oferta de un curso sobre Malaria y Saneamiento
Ambiental, que conste, no era para mí,
estaba destinado a mis ex compañeros de estudio José Cabrita y Aura Alcira
Valera excelentes estudiantes de esa cátedra con el profesor Morales, pero Aura
se rehusó a participar pues le habían ofrecido un cargo como técnico en una
institución del estado. Fui tocado y acepte ir a Maracay junto a Cabrita a participar en el Curso Internacional de
Malaria y Saneamiento Ambiental. Cosa que no hubiese sido posible sin el
concurso del Doctor Scorza, él logró que
se nos diera una beca que compartimos. A Cabrita y a mí nos fue muy
bien, obtuvimos las mejores notas entre médicos, biólogos ingenieros,
bioanalistas y farmacéuticos del país y de Latinoamérica incluyendo a una
Brasileña y un guyanés llamado Keith Carter. Al finalizar dicho curso fuimos
invitados a formar parte del para entonces Centro de Investigaciones
Parasitológicas “José Witremundo Torrealba”, la cual se convirtió en mi escuela,
Cabrita tomó otro rumbo. Allí viendo la magnificencia de Scorza comprendí lo
que la humildad significa, no existe para mi hombre más sencillo y humilde que
Scorza y me esfuerzo siempre por ser tan humilde como él lo fue. Hay cosas en
la vida que solo pueden ser de una manera, por más que nos empeñemos en que
sean distintas; a mí me tocó aprender con Scorza muchas cosas, pero también es
cierto que uno emula inconscientemente las más significativas emocionalmente.
Es Scorza para para muchos como yo un
enigma, su comprensión de la naturaleza humana y su disposición a servir a los
desprotegidos es una constante en su accionar vital. Esa su fuerza, nos tocó y
marcó de una manera particular. Conocer como fue ese proceso de interacción de
todos aquellos que tuvimos la oportunidad de conocerlos en este recodo de su
vida seguramente nos ayudará a conocerlo mejor y saber la huella que en
nosotros dejó y permitirá resaltar su contribución social por eso hoy los
invito a que hagamos un esfuerzo
autobiográfico para conocer mejor la huella que Scorza dejó en nosotros.
*
Docente y Exvicerrector de la
Universidad de los Andes Núcleo Universitario “Rafael Rangel”. Investigador
del Instituto Experimental de
Investigaciones "José Witremundo Torrealba".
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