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En un balance preliminar al reiniciar las actividades tanto académicas como
administrativas, el vicerrector Efrén Pérez Nácar refiere que apenas han
acudido un 35% de estudiantes, entre un 20 y 25% de profesores, mientras que un
70% del personal administrativo, técnico y obrero
Pese a las dificultades, el NURR sigue de puertas abiertas para formar a las nuevas generaciones de profesionales (Foto: Carlos Cegarra) |
PRENSA ULA-NURR /
Gilcely Linares (CNP 15.221) La diáspora marca los
espacios del Núcleo Universitario “Rafael Rangel” (NURR), aunque hay quienes
siguen acudiendo al recinto, el ambiente desolador es inocultable. Luego del
retorno vacacional, el vicerrector Efrén Pérez Nácar ofrece un balance del
éxodo registrado en el recinto, traducido en un descenso significativo en las
distintas Dependencias.
De forma preliminar, la
máxima autoridad rangeliana estima que apenas han acudido un 35% de
estudiantes, entre un 20 y 25% de profesores, mientras que un 70% del personal
administrativo, técnico y obrero. “Tenemos áreas que han entrado en crisis por
renuncias, permisos, separación o abandono de cargos casi en el 50% de su
personal docente e investigación; también existen oficinas que están quedando
vacías porque el los empleados desertaron, por ejemplo de 10 jardineros sólo
dos siguen activos y varias secretarías se han ido”, detalló.
Preocupación
Para el Vicerrector “la
realidad universitaria es dura, cruel, insoportable, cada vez más insostenible,
está en un colapso abrumador, ya reconocido por el Consejo Universitario de la
Universidad de los Andes (ULA), además, en algunas ocasiones, los profesores y
trabajadores cubren una serie de gastos”. Sobre el funcionamiento institucional
expresó que el presupuesto anual del NURR se desvaneció y los recientes créditos
adicionales aprobados no alcanzan ni para deudas por reparaciones de unidades
del Transporte Estudiantil.
Efrén Pérez Nácar, vicerrector del NURR, sostiene que la universidad venezolana vive un colapso abrumador (Foto: Carlos Cegarra) |
Buscar alternativas
Aunque el panorama no es
alentador emplazó a seguir luchando por la transformación académica y nacional,
buscar alternativas, sin que el cierre de la universidad sea una de ellas. Desde su óptica, sincerar
la realidad universitaria permitirá definir soluciones fehacientes y sumar
esfuerzos para superar la crisis.
El
profesor argumenta que es momento de decirle: ¡basta a la normalidad fingida!
porque tratar de ocultar una terrible situación, así como internar laborar como
si nada pasará no llevará a nada bueno, por el contario abre camino a la
terrible oscuridad.
Considera
que “el gobierno hace muchos méritos para cerrar la casa del conocimiento, pero
existen universitarios dispuestos a mantenerla abierta, a trabajar y apostar
por ella”. Insiste en que la situación de la universidad venezolana es
extremadamente crítica, ya sea por la falta de presupuesto e insumos, deterioro
de infraestructuras, sumado a salarios de hambre, abandono de cargos y renuncias
recurrentes, siendo impostergable cesar la “normalidad fingida” para actuar, de
manera pacífica, democrática y constitucional.
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