DISCURSO DEL CIUDADANO RECTOR MARIO BONUCCI EN CONMEMORACIÓN
DE LOS 237 AÑOS DE LA SIMIENTE FUNDACIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES,
VENEZUELA.
Apreciados amigos y defensores de la Universidad de Los Andes
(ULA):
Es muy cierto que, sin alimento,
calidad de vida, bienestar social, oportunidades innegables y progreso, el ser
humano es susceptible de ser tentado y minimizado.
Es muy cierto que, frente a
realidades críticas, el ser humano se aletarga, se torna sumiso, vencido,
apagado, desorientado, esclavizado y, peor aún, termina aliado y entregado a
quien impone las penurias.
Irrumpir con la tenacidad del
caso, en medio de cualquier realidad crítica, ha sido, históricamente, la
actitud de relevantes instituciones en el mundo.
Todos sabemos bien la esencia, lo
medular de aquella lectura del Santo Evangelio que, según San Lucas, expresa:
«No solo de pan vive el
hombre…».
La Universidad de Los Andes existe
gracias a este espíritu de obrar, con sentido de esperanza.
Hoy, a sus 237 años, es una fuerte
columna de sabiduría, escenario de debates, producción de respuesta a la
sociedad, de profesionales altamente calificados, y está destinada a
redimensionarse de acuerdo con las exigencias de esta cambiante sociedad.
Por esto…, pregunto a todos los
presentes, y a quienes nos ven y escuchan en este momento…
¿Qué elemento calificador sustenta
en tu mente la imagen institucional de la Universidad de Los Andes, ante el
mundo y este país, frente a organizaciones, gobiernos locales, regionales y
nacionales…; representaciones consulares y embajadas..., organismos internacionales…
y ante el ciudadano común?
A lo largo de su historia, ¿cómo
ha sido evaluada la Universidad de Los Andes por el sector empleador,
comercial, industrial y emprendedor, tanto en Venezuela, como fuera del país?
¿Dónde radica el reconocimiento a
su trayectoria académica, de investigación, de desarrollo del pensamiento
humano y su inobjetable rol de defensora de los valores y principios de la
democracia, que son columnas del pensamiento universal inclusivo?
¿Por qué la Universidad de Los
Andes, siempre se ha caracterizado por ser acérrima retadora de todas
esas circunstancias históricas adversas a las expectativas desarrollistas de
país y de sus derechos humanos?
¿Por qué cada año, miles de
bachilleres aventajados en su formación académica y aún aquellos -por las
razones que fuere-, con menores apreciaciones en su preparación, enfocan la
continuidad de su crecimiento personal y humano en la Universidad de Los Andes?
¿Dónde, incluso, la ubica en su
pensamiento, hasta el más humilde venezolano, cuando lee o escucha hablar de la
ULA?
¿Cómo la Universidad de Los Andes
ha sido capaz de sobrevivir, respirar su esencia, impregnarse de esperanza y
continuar en su ruta inquebrantable de proponer las mejores ideas a un país,
hoy arrasado, que clama por una refundación republicana real, sólida, y a la
que le urge conectarse, en tiempo y condiciones tecnológicamente similares, a
los retos del mundo global democratizado?
¿Por qué la Universidad de Los Andes mantiene su espíritu
encendido, aún en medio de este momento de grandes privaciones, de compleja
crisis, de los efectos colaterales de la diáspora, de la destrucción infligida,
de una pandemia, del abandono, con perversos propósitos, por parte de los
últimos gobiernos, e incluso,
-y también muy triste y penoso-
…del trato incomprensible, esquivo y escasamente comprometido de un
importante sector de nuestra propia gente, acá, adentro?
Posiblemente, en sus mentes haya
más preguntas sobre el acontecer de la Universidad de Los Andes, pero la
realidad es que, frente a estos escenarios palpables, la
Universidad, con su buena gente, ha permanecido indemne… a salvo, ¡VIVA!
A sus 237 años, la Universidad de
Los Andes está viva, gracias al espíritu esperanzador de un hombre signado por
el genio creador que, un día como hoy, en el año 1785, cimentó, en su condición
de obispo, la semilla de una casa de estudios superiores, hoy, nuestra casa.
Cinco años después, Fray Juan Ramos de Lora crea y bendice el Real
Colegio Seminario de San Buenaventura de Mérida.
Ambas obras fueron un acto de
razonada REBELDIA, pues las creó sin el permiso del Rey ni del Papa.
Muere a los pocos meses, pero el
ingenio de gran obra, en solo cinco años de estadía en esta tierra serrana,
permanece VIVA en lo que hoy es la Universidad de Los Andes.
La Universidad está Viva gracias a
que, hace 237 años, Fray Juan Ramos de Lora, venido del viejo continente,
sembró sus esperanzas en esta tierra venezolana que clamaba por el espíritu de
la sabiduría.
Bien reconocía Fray Juan Ramos que: «No solo de pan vive el
hombre…».
La Universidad está Viva, gracias
a hombres como el Rector Heroico, Carraciolo Parra y Olmedo, que durante su
segunda gestión rectoral, entre 1987 y 1900, enfrentó, junto con un reducido
grupo de profesores, momentos de grandes restricciones presupuestarias.
Restricciones devenidas de un
decreto emitido, en materia de instrucción pública, por el entonces presidente
de la República de Venezuela, Guzmán Blanco, que derogó el estamento legal,
autonómico y rector de la universidad venezolana.
Fue una decisión política que
redujo, considerablemente, los recursos asignados para los gastos y
mantenimiento de la Universidad.
Carraciolo Parra y Olmedo, junto a
un puñado de profesores, y ante la inminencia del cierre de la Universidad,
logra salvaguardarla.
Este Rector Heroico no cobraba su
salario y, junto con los profesores que asumieron una reducción de su sueldo,
hizo posible que la Universidad se mantuviera viva.
Hoy día, la Universidad está Viva
en un ranking de apreciable sitial en Venezuela y Latinoamérica, gracias
al espíritu de entrega y esperanza de todos esos grupos académicos, de
investigación, edición y publicación de revistas, que visibilizan un
indetenible trabajo sobre el conocimiento científico y humanístico, así como de
valiosas propuestas.
A pesar de la realidad lacerante
venezolana, que catapultó al fenómeno de la diáspora con millones de migrantes
y que vació, significativamente, de juventud nuestras aulas…, hoy día, la
Universidad está Viva gracias al prominente, sacrificado, pero entusiasta
y combativo sector estudiantil, que cree en ella y crea por ella.
Aunque esta diáspora también haya
mermado la cantidad de docentes y de recurso humano, que miraron hacia nuevos
horizontes en busca de una obligada y comprensible sobrevivencia, la
Universidad está Viva, porque otros ulandinos, en RESISTENCIA, comprendieron y
aprendieron cómo defenderla y oxigenarla, sin abandonarle.
La Universidad está Viva, porque
el compromiso y agradecimiento de muchos de sus empleados y trabajadores a su
noble casa de labores, permanece inquebrantable.
Son fieles exponentes de que la esperanza,
y también la lucha, desde sus afiliaciones gremiales, pueden alimentar ese
espíritu para exigir, acorde con la Carta Magna, superación y bienestar
merecidos.
La Universidad está Viva, gracias
a un claustro de discusión y decisiones que, desde su Consejo Universitario, ha
fijado la postura institucional, frente a las continuas atrocidades que se
suscitan hacia el país y hacia ella, …así, como ante las violaciones a los
fundamentos plasmados en nuestra Constitución.
Hoy día, la Universidad está Viva
porque, a través de sus órganos de comunicación y derechos humanos, ha
visibilizado ante el mundo, las terribles realidades que afectan a sus
trabajadores, docentes y estudiantes.
Ha puesto, también ante los ojos
del mundo, las consecuencias de la asfixia presupuestaria, la violación a su
libertad autonómica y académica, así como los sufrimientos de la comunidad en
general, de la región y de Venezuela.
Hoy día, la Universidad está Viva
porque, en medio de las evidentes vicisitudes, destrucción y desmantelamiento
diseñados, es capaz de crear nexos productivos con reconocidas empresas, así
como con sectores de emprendimiento y formación, que retan la compleja crisis del
país y abren compuertas a la sinergia, que esparce sus mejores logros la
sociedad.
La Universidad está Viva, porque
posee el espíritu del empuje renovador para los cambios urgentes, necesarios,
prácticos y productivos en su estructura organizacional, poniendo la lupa en su
recurso humano capaz, competente, pero, sobre todo, verdaderamente comprometido
con ella.
La Universidad está Viva porque
las fuerzas productivas y ciudadanas de esta región andina, reflejan su
espíritu de solidaridad y cooperación con ella en cada actividad o jornada,
donde las comunidades son las beneficiadas.
La Universidad está Viva, porque
su relación con las distintas organizaciones seglares, religiosas y políticas,
preserva el rol mancomunado de voluntariado, formación espiritual y ciudadana,
así como de servicio por el bien común.
La Universidad está Viva, porque
quienes hoy le acompañan, de verdad, desde su espíritu esperanzador de entrega,
sin descanso, la seguirán defendiendo y soportando en sus hombros, con el ideal
de libertad y progreso, como sello imborrable de grandes e históricas
satisfacciones.
Sientan que, cada uno de sus nombres, está estampado en la
historia de la Universidad de Los Andes.
Nunca olviden que son parte de su fibra VIVA por todo el bien que
en ella han hecho y, desde ella, han hecho a los demás.
Para finalizar, debemos destacar
que la Universidad está Viva, porque existe una actitud permanente de
RESISTENCIA.
Solo vale la pregunta:
¿Hasta dónde es capaz de llegar este acto de RESISTENCIA?
Que en este puente de sabio intercambio y de mejor apertura en
estos tiempos difíciles, veamos y acentuemos el transitar de nuestra sociedad
venezolana hacia el justo y merecido ritmo de beneficios, bienestar y
crecimiento.
Es nuestra gente, la verdadera ganadora de calidad de vida a razón
de los nuevos retos de esta sinergia.
En estos recientes tiempos, la Universidad de Los Andes ha sido
ferviente protagonista de este tipo de trabajo de extensión, modelado con
carácter de innovación.
Son nuevas experiencias con distintas empresas consolidadas y
muchas otras originarias del empredimiento, que están enfocadas en la calidad
de su recurso humano y del servicio o producto final, a bien
consumir.
Esta realidad de ser generadores mancomunados de acertadas
respuestas, debemos fortalecerla, porque hay un pueblo allá afuera, pueblo
donde cohabitamos, que está exigiendo en un grito de auxilio, una vida mejor,
oportunidades reales para quedarse y conservar por generaciones lo familiar y
lo fraterno.
Muchos de estos sectores también
están representado en la Fedecámaras.
Fedecámaras y los venezolanos,
hemos sido testigos de la destrucción del sector productivo, debido a políticas
absurdas.
Sin embargo, Fedecámaras y sus cámaras locales afiliadas, también
han sabido detectar las vías de soporte y sostenimiento en plena crisis
compleja del país.
En muchísimas de sus empresas afiliadas, ha incursionado el recurso humano de
alta calidad que forma la Universidad de Los Andes.
Empresas que nos solicitan y abren
sus puertas a los estudiantes para cumplir sus pasantías. La gran mayoría
de ellos, tiene plaza laboral asegurada, dado su desempeño.
La presencia del presidente de Fedecámaras, doctor Carlos
Fernández Gallardo, en este acto central e histórico, nos enaltece y da
significado a la disposición responsable como ciudadanos de fraguar estas rutas
sabias e innovadoras por un mejor país.
A todas estas consideraciones,
¿Qué puede aportar la Universidad
al sector productivo venezolano en estos cruciales momentos?
¿Qué puede aportar el empresariado
pujante a la Universidad para que, en sinergia, surja un beneficio colectivo
entre las partes y, por ende, para el contexto social?
Queremos un mejor y decidido
acercamiento, con el objetivo puesto en una Venezuela reconstituida y asertiva
en estos exigentes tiempos.
Sepan que la Universidad está VIVA AMIGOS…
LA
UNIVERSIDAD ESTA VIVA…
¡VIVA LA UNIVERSIDAD!
Mérida, 29 de marzo de 2022.
0 comentarios:
Publicar un comentario