Profesor
Alí Daniel Medina Ángel (Foto: Carlos Cegarra) |
Al Núcleo Universitario “Rafael Rangel” en su cincuentenario
*Por Alí Daniel
Medina Ángel.
Politólogo, MSc.
en Docencia Universitaria, profesor ordinario del NURR, adscrito al
Departamento de Ciencias Sociales.
Junio 2022*.
La celebración apenas comienza y en ella se
manifiesta altiva la figura irreductible de una institución educativa signada
de historia regional y de presencia universitaria, cuya característica
fundamental ha sido a lo largo de su historia actuar con alta responsabilidad
social hacia el estado Trujillo. Esa presencia define al Núcleo Universitario
“Rafael Rangel” (NURR) como una organización sobre la cual descansa el quehacer
científico y humanístico necesario para entender en todo su contexto las
implicaciones sociales que se desprenden de un tiempo político-económico
global, nacional y local incierto y en extremo complejo. Para nadie es un
secreto las dificultades de todo tipo por las cuales atraviesa la nación
venezolana y en particular la entidad trujillana; sin embargo, el contar con
una institución universitaria de la envergadura del NURR, resulta muy
significativo en estos tiempos de crisis generalizada.
El Núcleo Universitario “Rafael Rangel” llega
así a sus primeros cincuenta años de existencia mostrando con orgullo una
historia de logros, éxitos y realizaciones positivas. Es una historia que al
ser contada con todas sus letras y al calor de acontecimientos casi que
olvidados, también nos muestra algunas omisiones, penurias y desencuentros que
son necesarios reconocer como elementos de un proceso de crecimiento
organizacional que en nada desmerita la impronta educativa de tan importante
institución. Por consiguiente, la relevancia académica adquirida por el NURR
por derecho propio va mucho más allá de la extraordinaria pero a la vez
enaltecedora función de educar.
Además es hoy reconocida por una ciudadanía
que de una manera u otra sienten como propia una instancia sobre la cual
todavía no se ha escrito la última palabra. Porque si buscamos con detenimiento
en la historia regional aquellos referentes institucionales que de alguna forma
se constituyen en patrimonio del estado Trujillo, seguramente el Núcleo
Universitario “Rafael Rangel” se ubica entre los más significativos. Y esa
significación obliga en estos tiempos de crisis permanente a redefinir el papel
a cumplir como ente capaz de contribuir a la transformación de la sociedad
trujillana. El NURR, por tanto, debe asumir con entera responsabilidad la
difícil tarea de reencontrarse en su esencia, esto es, de mirarse a sí mismo
sin complejos ni reservas, y de esta forma poder asumir el liderazgo
institucional regional que desde hace tiempo le reclama buena parte de la
población.
Y es que a pesar de las circunstancias
externas e internas adversas por las cuales atraviesa, de las críticas
fundamentadas o no que puedan esgrimirse sobre sus procesos, de los errores
cometidos en algunos momentos de su ya larga existencia, de la falta de
conexión con el entorno social que muchas veces se le endilga, de la
resistencia que opone como estructura para seguir creciendo, y a pesar de los
indiferentes, escépticos y agoreros que conviven dentro de su seno y que por
diversas circunstancias afirman que todo está perdido y que de nada vale seguir
con las puertas abiertas –por fortuna son pocos-, el NURR representa sin duda
alguna la base vital por medio de la cual el estado Trujillo puede transitar
hacia niveles de desarrollo aceptables. No cabe duda entonces que la presencia
del NURR en los diversos ámbitos de la vida regional, constituye desde todo
punto de vista un hecho que merece el mayor de los reconocimientos.
Como institución partícipe de una identidad
organizacional muy particular, es decir, construida sobre la base de una
relación si se quiere “compleja” con la Universidad de Los Andes (ULA) desde el
punto de vista financiero, presupuestario y de procesos internos, el NURR no ha
desviado el foco hacia donde debe apuntar como entidad que persigue cambios
cualitativos en la región. Para ello cuenta con grandes y variadas fortalezas
de naturaleza académica y de investigación; pero además cuenta con el renacer
de cierto espíritu de enmienda institucional que irradia de manera afirmativa a
buena parte de la comunidad universitaria para lograr un cambio de conducta donde
impere el sentido de convivencia, la responsabilidad colectiva y la unificación
de criterios con lo cual se justifique la pertinencia histórica y la
permanencia activa de tan importante casa de estudio.
En pocas palabras, la ULA con el peso de su
historia universitaria ofrece al Núcleo Universitario una base más amplia de
estabilidad y resguardo institucional,
cuestión que no disminuye en nada la relevancia académica de esta casa de
estudio, sino por el contrario, la fortalece. Del mismo modo, el Núcleo Universitario
“Rafael Rangel” con sus aportes en los distintos ámbitos del quehacer
universitario, sobre todo en aspectos tan determinantes
como la investigación, contribuye grandemente con el posicionamiento de la
Universidad de Los Andes como una institución de vanguardia, respetable
académicamente y de reconocido prestigio tanto a nivel nacional como
internacional.
Lo anterior permite afirmar que en el fondo de
su esencia colectiva, el estado Trujillo nunca ha sido ni será desagradecido
para con sus instituciones fundamentales, y mucho menos con una instancia
educativa como es el Núcleo Universitario “Rafael Rangel”. No obstante, la
acción muchas veces destructiva que desde diferentes ángulos intentan
desarrollar todos sus enemigos, tanto declarados como ocultos, el NURR
continuará formando parte fundamental de esa excepcional variedad institucional
estadal que aún hoy merecen credibilidad y respeto. Por consiguiente, su
presencia y permanencia activa en el quehacer regional gracias a la labor y entrega
desinteresada de toda la comunidad universitaria, está garantizada. Y es una
garantía que se ofrece en buena medida sobre la base de la formación, la
investigación, la docencia y difusión de todo un conjunto de conocimientos generados
con el mayor rigor y consistencia técnica posible; pero sobre todo un
conocimiento acorde a las exigencias sociales y necesidades humanas propias de
los tiempos que corren. Por otra parte, a los ojos de toda la colectividad
trujillana, la presencia sustantiva y función social de esta casa de estudio,se
seguirá viendo reflejada en la cantidad
y calidad de sus egresados, muchos de ellos presentes y ejerciendo con
profesionalismo en cada rincón de la entidad,en el impacto comunitario de sus
programas de extensión que a lo largo de estos cincuenta años se han generado e
implantado sobre la base de criterios científicos, técnicos y metodológicos muy
precisos y, finalmente, en el realce y valoración de un concepto que gravita en
el imaginario colectivo de la región como una fuerza unificadora para la superación
de las adversidades, como es la trujillanidad.
En suma, por su historia y sus principios, por
su labor educativa y de formación integral, por su razón de ser como
institución clave para alcanzar el tan anhelado desarrollo regional, la
presencia y permanencia del NURR en los distintos espacios que conforman la
realidad estadal, se encuentra más que justificada. Honor a quien honor merece.
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