Ingeniero Luis Solarte (Foto: Cortesía:
Elvimary Valecillos) |
LUIS MARIO MADRIZ
“EL POETA DE RANGEL”
Por el Ingeniero Luis Solarte.
| Ponencia realizada en el
marco del
cincuentenario del Nurr, la ULA en Trujillo.
Casa Carmona, 20 de junio de
2022.
El 3 de octubre
de 1955, un foráneo personaje, quien dijo llamarse Luis Mario Madriz, se
presentó en Betijoque para encargarse formalmente de la Oficina Telegráfica de
este pueblo. Procedente de Clarines, estado Anzoátegui, su lar nativo, fue el
punto de partida de un largo peregrinar por las poblaciones anzoatiguenses y
guariqueñas, a saber: Clarines, Zaraza, Chaguaramas, Valle de la Pascua, San
Francisco de Macaira, Clarines de nuevo y, finalmente, Betijoque. Este
provinciano viandante, que arrancó impulsado por el buen aire de encontrar un
esperanzoso destino, traía en su personal naturaleza una considerable cuantía
de enjundiosa inspiración; con ella iba de un lugar a otro en pos de buena
tierra de sembradura para su recargado espíritu, hasta que un venturado día, la
fuerza bondadosa del Creador le proveyó la tierra fértil donde hizo su
sementera, la regó con sus inspirados sentimientos y, al tiempo requerido para
la cosecha, fue recogiendo abundantes y primorosos frutos artísticos para
júbilo y usufructo de los trujillanos.
Suprofesión
de telegrafista le brindó la oportunidad de sostener, sin retardo alguno, el
contacto directo con los residentes del pueblo; por tal circunstancia, estos
van descubriendo en su personalidad los resaltantes rasgos del trato afable y
cordial, temperamento manifiestamente extrovertido y, obviamente, dialecto
notoriamente distinto. De manera que por su natural gentileza para sociabilizar
con los lugareños, muy pronto se adecua con comodidad a las distintas
actividades de la cotidianidad betijoqueña. Y, a igual tiempo, se consagra con
eficacia y ardor a la meritoria tarea de coadyuvar a la formación de unas de
las huellas más hermosas del género humano: el arte de la música y la poesía.
SU OBRA
MUSICAL
Luis Mario, estimulado
por su encendido astro armónico, paulatinamente se va integrando al placentero
mundillo de las manifestaciones musicales betijoqueñas, ambiente en el que se
apoyó complacidamente y se desenvolvió, sin limitantes, para realizar un
intenso y fecundo trabajo musical desde Betijoque. En efecto, recién
establecido en territorio trujillano, o, más precisamente, circunscrito al
parroquial escenario betijoqueño, Madriz retoma la tarea de seguir exponiendo
sus inventivas artísticas, faena que desde muy joven venía desarrollando en los
parajes llaneros de Anzoátegui y Guárico, y que en Betijoque despunta expedita la composición musical. A decir verdad, en este
asunto se deja llevar por los impulsos de su ingenuo talento, pues no conoce
las herramientas académicas para componer música, tampoco era un ejecutante
habilidoso de instrumentos musicales; aunque guiado por un aprendizaje
autodidáctico rasgaba satisfactoriamente el cuatro. En todo caso, su crecida inspiración
musical era el aliciente que lo impulsaba a configurar las melodías que
brotaban de su genio creador.
Con la
ventaja que le daba su ingeniosa desenvoltura para versificar, añadía a sus
composiciones hermosos poemas, obteniendo como resultado piezas de muy fina
factura poético-musical. A solo dos meses y unos días de residencia en la
meseta de la Vichú, se topa con el primer motivopara su numen musical y poético:
la tradicional romería de San Benito del 25 y 26 de diciembre. Emocionado al
apreciar tan sugestiva estampa folklórica, se empapa de todas sus
particularidades y, en los primeros meses de 1956, da a conocer su primera
canción betijoqueña, que designó como “San Benito”, tema que más adelante, vocalizado
por José Monagas, fue incluido en un Long Play de canciones trujillanas,
editado por el ejecutivo del estado Trujillo. Veamos sólo una estrofa de este
vals, cuya letra es, en realidad, una hermosa crónica poético-musical,
Hermosas
caravanas / de humildes feligreses / un diluvio de flores / ofrécenle a su
altar / y el negro “San Benito” / nos da sus bendiciones / y sigue hacia la
iglesia / en su marcha triunfal.
De su
frondosa obra musical precisa hacer mención, entre otras, a las siguientes
composiciones: “A orillas del Macaira”, “Hastío”, “Acércate”, “Valera”, “Ya no
estás en mí”, “Betijoque”, “La razón de vivir”, “Visión’’, “San Cristóbal”,
“Mesa de Esnujaque”, “Triste Rosal”, “El mártir del Gólgota”. De este puñado de
temas musicales, haremos una apretada referencia a la aplaudida composición “Betijoque”:
Realmente la primera grabación de esta pieza irrumpió a inicios de 1965, con la
suerte que desde 1963 ya se escuchaba en el pueblo a Radio Betijoque 1.070 A.M,
difusora que se identificaba con el eslogan
“Betijoque, cuna de santos y sabios” y se sirvió del referido tema para
utilizarlo como fondo musical de su programación diaria; gracias a ello, la
pieza se sembró en el alma de los lugareños y sobraron las manifestaciones de
agradecimiento para los Madriz Hernández, pues dicho vals llegó para ocupar la
vacante existente desde los primeros días del pueblo y a perpetuarse en la
memoria y el recuerdo de los nativos. Merecidamente es preciso resaltar que, el
encanto de la melodía combinada con la delicada frescura de su letra, convirtió
a la composición “Betijoque” en el más representativo y preciado símbolo
musical de los betijoqueños. Apreciemos la belleza poética en una de sus
estrofas:
Son tus
flores perfumadas, / tus mujeres un primor / que en tus tardes delicadas /
lucen con garbo y candor, / la riqueza de tu clima / un regalo celestial, /
Betijoque de tu cima / hoy te ofrendo este cantar.
Ligda
Celeste, la primogénita de los Madriz Hernández, fue la indicada para proyectar
la música de su padre, pues desde que era una niña, él la fue moldeando para
hacerla una excelente cantante. Ciertamente que no fue mucho el esfuerzo de
Madriz para encausarla por la senda de la interpretación, pues ella llegó
dotada de excelentes aptitudes vocales e histriónicas para estos menesteres.
Con los años llegó su debut en grande, y su padre le asignó el nombre artístico
de “Licel” (iniciales de su nombre). Una de sus tantas apariciones en público
fue para estrenar y, más adelante, grabar el vals “Betijoque”, el cual fue
incluido en un disco que se titula: “Así Canta Licel”, contentivo de doce canciones,
entre los cuales le pertenecen a Luis Mario, además de “Betijoque”, los temas
“Amor soñado” y “Ven”. Recordemos que el vals “Betijoque” tuvo una presentación
en el Show de Renny, programa que se transmitía a partir del mediodía por Radio
Caracas Televisión, conducido por el inigualable Renny Ottolina.
La vocalista
Glennys Bastidas Colmenares, en 1986, con este mismo vals se apoderó del primer
premio en el certamen de La Voz Liceísta de la Panamericana en Caja Seca, Edo.
Zulia. Por su parte la Economista y locutora, Norma Coromoto Barrios de
Cabrita, quien desde adolescente se dedicaba al canto en distintos escenarios
de Valera, con su exquisita voz representó al estado Trujillo en el Sexto
Festival del Folklor Nacional, concurso que se efectuó en la ciudad de
Barquisimeto el año 1975, donde obtuvo el premio de Primera Finalista con la
reconocida composición “Betijoque”. Y, ese mismo año, también en Barquisimeto,
obtuvo el 3er lugar en el concurso del Maracayá de Oro, vocalizando el mismo
tema musical. El destacado músico e intérprete, José Monagas, grabó en el 2000
la emblemática pieza “Betijoque”, respaldado por el reconocido grupo
Remembranzas Llaneras de Oscar Valbuena.
SU OBRA
POĖTICA
Paralelamente
a la composición musical, la permanencia de Madriz en Betijoque transcurrió de
forma tal que su vena artística mantuvo siempre un flujo continuo de energía
activa y propulsora para elaborar con brillo un extenso trabajo poético, el que
había iniciado desde muy joven en las abiertas inmensidades de los llanos
centrales y orientales. Por eso, sin ninguna duda, podemos aseverar que Luis
Mario nació con singular vocación para escribir en verso, pues el sentimiento
poético estaba alojado muy dentro de su cuerpo y alma desde el primer momento
de vida; y, en ese dinámico proceso de vivir, con ardoroso afán se consagró a
escribir poesía de manera espontánea, ingeniosa y persistente, al punto que
cualquier hecho importante, personaje notorio o no tanto, sitio pintoresco, o
hasta cualquier aspecto cotidiano que apreciaran sus sentidos, era un motivo
libre y voluntario de incitamiento para obrar poéticamente.
En todos los
tiempos, son innumerables los poetas que se han inspirada para glorificar a
Betijoque; pero, entre todos, es preciso significar que fue el que vino de los
predios del Unare, quien se aposentó complacido durante cuarenta y tres años
para crear una frondosa obra de sugestiva belleza y obsequiársela a los mayores
receptores de su genio poético: Betijoque y su gente, pero de manera muy
singular al sabio Rafael Rangel. Así, en el campo de la expresión artística
virgiliana, logró la publicación de una
serie de obras que comenzaron a surgir en el estado a partir del año 1959, con
un trabajo que elaboró, en parte, durante su tránsito por los pueblos de la
horizontalidad sin fin, y que tituló “Jagüeyes” (Coplas Criollas), el cual es
un acopio de poemas para todos los gustos: el paisaje llanero, Andrés Eloy
Blanco, el árbol, el telegrafista, el maestro, la madre ausente, su río Unare y
muchos más.
En abril de
1970, publicó el poemario “Loores a Ti Rangel”; trabajo en el que Luis Mario
comienza a acercarse a la musa que en adelante marcó su travesía poética en
Betijoque: la vida y obra de Rafael Rangel. Este trabajo es una cadena de
poesías donde el poeta pulsa la lira de la imaginación, se recarga de
sensibilidad y pinta en versos al joven Rafael recorriendo, con la soltura del
baquiano comarcal, a los diferentes sectores de Betijoque y lugares aledaños.
He aquí una muestra de la rima fácil y la naturalidad con que el poeta se llena
para versificar al jovenzuelo Rangel:
Por la calle
Independencia con amigos de tu infancia / correteabas a distancia / los oscuros
callejones / chupando mangos, mamones / jugando metras, boliche / mientras el
jugo en trapiche / a chorro iba cayendo / cuando los bueyes mugiendo / girando
siempre girando / mil vueltas, mil vueltas dando / ¡Oh! Que labor tan extraña /
moler, moler siempre caña / desde el alba hasta el ocaso / hasta sacarle el
bagazo / sus tantas gotas de miel / ¡Cuántos años han pasadoRangel / y aun
estas presente entre nosotros.
Para el mes
de abril de 1971, Madriz, una vez más, no puede impedir que su inquieta estilográfica
se deslice espontánea sobre el papel para colmar páginas de elegante prosa, toda
una labor enaltecedora de la celebridad luminosa del científico betijoqueño que
el poeta tituló: “Rangel Luz de un Pueblo” (Biografía poética). Registremos un
fragmento de esta narrativa que devela el lirismo de su fecunda inspiración:
“Abril,
mes de exhuberantes flores, mes de primavera, mes en que las aves canoras
pueblan el universo con sus mágicos gorjeos, y mes en que las nubes viajeras
derraman su cristal sobre el perfil de la tierra, ¡Abril!, pedazo del año
incrustado en los anales de la historia betijoqueña; brota una luz en la senda
que vamos trajinando, y esa luz es vivificante para la posteridad, gloria y
fama de la tierra trujillana, esa luz es Rafael Rangel, la que en el aposento
radia como una estrella celestial, ¡Oh varón!, que desde la cuna empezarás con
pasos agigantados a trajinar los vastos caminos de nuestra querida Patria, para
su propio bien y el de la humanidad entera…”
Aparece en
1975 un trabajo que bautizó con el nombre de “Vida y Muerte del Sabio Rafael
Rangel”, en esta oportunidad es un drama, que se escenificó por vez primera el
25 de abril del mismo año en Betijoque. Sobre esta sencilla obra para teatro,
su prologuista, la eminente educadora Olinda López de Rojas, expresa el
siguiente juicio: “Cabe la explicación de que su autor Luis Mario Madriz,
trabajó en la consecución de este drama más con el vuelo de sus inspiraciones,
producto de su honda sensibilidad creadora, que con un material de información
histórico… Es un aporte más a la cultura trujillana, por ser de las primeras
piezas dramáticas que si bien no es una obra literaria calificada, tiene la
gloria de utilizar nuestros recursos literarios para enaltecer la gloria del
sabio.”
Como
contribución a los apoteósicos actos de la celebración del centenario del
nacimiento de Rangel (abril de 1977), emprende la tarea de agrupar algunos
trabajos que en años anteriores ya había publicado, a los que le agrega otros
segmentos más para completar el volumen que él designó como: “Cien Años
Rangelianos”. Las nuevas producciones son: “Chamizas”, laborío literario que
contiene un conglomerado poético donde se reflejan los motivos del paisaje de
su nativa región llanera, intercalados con una serie de reflexiones y algunos
poemas para honrar la figura de Rafael Rangel. La otra parte es una canción que
denominó: “Sabio Rangel (vals criollo)”, tema que ya había presentado en 1972.Para
este tema, Madriz recarga su febril pasión lirica para elevar a Rangel hasta el
altar sublime del pentagrama musical venezolano. Veamos sólo una estrofa, en la
que se muestra su delicada inspiración:
SABIO RANGEL (vals criollo)
Los años van
pasando / en mágico tropel / y allí tu lar nativo /¡Oh mi Sabio Rangel! / se
yergue siempre altivo / mostrando tu figura / brindando tu escultura / la
ciencia y el saber.
Para el año 1987,
el incesante manantial poético de Madriz fluye desbordante para anegar de
ensoñación lirica a un hermoso libro que él designó con el nombre de
“Recordando a un Sabio”. Esta vez se trata de un cesto de poesías, concebido
para loar, por enésima vez, a Rafael Rangel, con motivo de los actos de
celebración del día de su nacimiento. A continuación, apreciemos a uno de estos
poemas que destilan gotas sutiles de sensible musicalidad:
UN CANTO
QUIERO HACER
Rangel:
Quiero
hacerte un canto / para incrustarlo en el blanco pentagrama de mi alma /
extraer de sus notas, armonías delicadas / e irlas pulsando cada día / con las
trompetas de una mágica ilusión. / Quiero hacerte un canto, / un canto que se
eleve en alas misteriosas / y que llegue a las alturas / donde tú estás
presente / con otros hombres de ciencia / ¡qué ha mucho antes que tú, /
llegaron a investigar las cosas / de aquel mundo inocente…! / Quiero hacerte un
canto, / un canto que a tu pueblo / despierte a sus recuerdos / para que vivas
siempre ¡Rangel…! / en ellos vigente, / ¡Quiero hacerte un canto…!
Su última
obra escritural, que designó con el nombre de “Verdades Rangelianas”, aparece
fechada en abril de 1998, pocos meses antes de su fallecimiento. En ella evoca
con nostalgia los tiempos idos, aquellos en los que el tributo que se le rendía
al sabio Rangel en cada aniversario de su natalicio era con solemnidad
fervorosa y la participación masiva de todas las instituciones públicas y
privadas de Betijoque. Por otra parte, manifiesta su angustia por el desánimo
de los betijoqueños en cuanto a estudiar y dar a conocer la gran obra
científica de Rangel y, a su vez, expresa la inconformidad con la Imprenta del
Ejecutivo del Estado Trujillo por la postura negativa que adoptó en cuanto a la
publicación de una Micro-Biografía del ilustre sabio trujillano, trabajo que
tituló: “Negro con el Alma Blanca y Noble Corazón”, cuyo texto se refiere a la
vida y obra del insigne científico venezolano, que, según él refiere, fue
entregado a la Imprenta Oficial del Estado para su publicación; pero, pasados
los años, no tuvo noticia alguna sobre su paradero final; quizás permaneció
durante un largo tiempo almacenada en un atestado archivo de la mencionada
oficina gubernamental y, de allí, solamente Dios sabe cuál fue su malogrado
destino.
BREVES COMENTARIOS SOBRE SU OBRA
Si bien es
cierto que Luis Mario Madriz nació en el noroccidente del Estado Anzoátegui, y
como tal se le puede catalogar geográficamente como oriental, en el
desenvolvimiento existencial de su cuerpo y espíritu, en los sentimientos que
reflejan su obrar artístico literario, se denota un gentilicio muy particular,
el cual surge espontáneo como producto de su natural identificación con el
escenario paisajístico y el espíritu alegre de las llanuras orientales y centrales
del país, parajes de inagotable horizonte donde Madriz estuvo asentado durante
los primeros tiempos de su vida, y donde comenzaron a revelarse sus inquietudes
de compositor y poeta. Pero, de 1955 en adelante, período que
corresponde a su estancia en Betijoque, se va configurando un origen geográfico
por adopción, el cual llega a consolidarse con el paso de los años como
consecuencia de que su genio creativo se fue enriqueciendo con los nutrimentos
que le convidan el hacer y acontecer trujillano, y, en especial, por su
expedita e inmediata empatía con el conglomerado humano de la terraza
betijoqueña. Así que con el correr del tiempo en Betijoque, los aportes
llaneros y andinos, elementos alentadores de su innata inspiración, felizmente
se amalgaman en el crisol del solar betijoqueño; es por eso que su labor
musical y poética en el terruño de Rangel tomó un cariz compartido, cuya
resultante fue su entrega fecunda para ofrecer deleite espiritual enmarcado
entre el llamado evocador de la llanura y el convivir feliz entre las
circunstancias y las bondades del empinado relieve trujillano.
Ahora, sobre
la producción artística de Luis Mario, debemos asentar que, dadas las
circunstancias de la vida, después de los treinta años se ve abrazado por un
entorno muy diferente pero tan fértil y fascinante como el que le rodeó antes
de arribar a Betijoque; de modo que, durante su permanencia en este pueblo,
otros ingredientes estimulantes de su lira se irán incorporando felizmente para
dar cuerpo y esencia a una hermosa obra cultural entre los betijoqueños. Sabido
es, y ya lo hemos dicho, que frisando la treintena de su tiempo vital, se
separó definitivamente de los vastos parajes de la llanura; aunque, en
verdad, tal alejamiento para él era sólo una distancia geográfica, porque sus
sentimientos y emociones en Betijoque siempre estuvieron enlazados con las
añoranzas por las tierras de sus primeros pasos como artífice del verso y la
melodía; de hecho, en el devenir de sus inquietudes liricas, nunca echó al
olvidó los recuerdos y vivencias de sus andanzas por las extensas planitudes
anzoatiguenses y guariqueñas; es por eso que, en el conjunto de sus expresiones
artísticas y literarias, se perciben los olores y sabores del vibrar armónico
de la sabana, soledad del llano adentro donde los caminos se hacen
interminables y el canto recio de los corríos y contrapunteos tremola
espontáneo junto al espíritu libre, aventurero, y hasta fantasioso de
Florentino. Todo un bagaje de inspiración lirica que Madriz trajo en sus
alforjas de sus apartadas tierras, y que en la geografía trujillana armoniza admirablemente
con el encanto de sus valles y mesetas encerrados entre las altivas montañas,
especie de cajas acústicas de la orografía montana que, tras las crestas del
relieve, expanden hacia las lejanías del horizonte los cantos lentos y sentimentales
del musical andino.
En efecto,
veamos como lo plasmó Madriz en la poesía “Cumbres Andinas”, magnífico brocado
de versos en el que sus sentimientos liricos se elevan excelsos para policromar
la belleza natural del paisaje montañés, logrado como un expresivo mural
oloroso a primavera y salpicado con unas pinceladas nostálgicas del pensar
evocador de su tránsito por el ancho terrenal de la llanura. Bien, sin más comentarios,
constatemos lo antes dicho con un fragmento del poema ya referido en líneas atrás:
“Los Andes…,sí son preciosos…!/ sus elocuentes cascadas, / sus
ventisqueros, nevadas, / sus altos picos hermosos, / sus peñascos luminosos /
cuando la luna los besa / ¡cómo tiene sutileza / la brisa…!, rico perfume su
flor, / los Andes: dijo el Libertador / son de mi Patria la belleza. (…)
/ pero la vastallanura es la
tierra que yo anhelo.”
Madriz, al
sentirse a sus anchas como un vecino más de Betijoque, y, desde luego,
cautivado por las virtudes y triunfos del laborioso pueblo, en el devenir de
sus producciones poéticas y melódicas comienza a desarrollarse una nueva etapa,
caracterizada por el acrecentamiento y diversificación de los temas o motivos
para alimentar su vena artística. En efecto, impulsado por sus inclinaciones
poético-musicales, se adentra hasta en los lugares más recónditos de la terraza
betijoqueña para consubstanciarse con el atractivo de su paisaje urbano y
campestre, con la fortaleza de sus costumbres y tradiciones, con el
emprendimiento y el esfuerzo constructivo de los lugareños, con la exaltación
de las figuras emblemáticas del pasado, entre otros aspectos vitales del
devenir positivo betijoqueño. Siendo esto así, y ya identificado plenamente con
todo ese bagaje sustantivo de la meseta, Madriz lo va asumiendo poco a poco
como fuente de inspiración para elaborar una copiosa realización artística-literaria
en el suelo que con hospitalidad generosa lo acogió como su dilecto adoptivo, y
que él, ante tanta generosidad y afecto, profundamente agradecido, le ofrenda
una porción importante de su trascendente obra cultural.
Después de
todo, en relación con otro aspecto muy singular de su labor creativa en
Betijoque, precisa resaltar que en este pueblo se topa felizmente con la
presencia memorable del sabio Rafael Rangel, y como consecuencia de este feliz
hallazgo, aviva la llama de su espíritu creador y la encausa por la vía de
producir una opulenta filigrana literaria para glorificar la obra científica del
egregio investigador y destacar la honra de ser el más sobresaliente
betijoqueño de todos los tiempos. Para el 25 abril de cada año, siempre estaba
atento a participar en los actos que se efectuaban para celebrar su natalicio;
además, con suficiente antelación se vigorizaban sus facultades creativas para
preparar y ofrecer un presente artístico-literario al homenajeado cumpleañero.
Ese fue su consecuente obrar durante su permanencia en Betijoque; tanto así,
que participaba con fervor y regocijo en los desfiles, actos institucionales,
religiosos, culturales y deportivos que se desarrollaban en el pueblo para
solemnizar el natalicio del sabio. Sin lugar a equívocos, fue uno de los más
encendidos propulsores de las actividades que se programaban para cada
aniversario, muy especialmente para la celebración del centenario de su
nacimiento. Ahora, en cuanto a la producción literaria que dedicó a Rangel,
precisa resaltar que en ese loable quehacer ningún otro semejante lo ha
igualado, pues en su figura encontró el estímulo que lo condujo por la ruta
vivificadora de sus inquietudes de compositor y poeta; y la vida y obra de este
notable personaje fue la musa que acaparó la más significativa cuota de su
devenir literario, como hasta ahora no ha habido otro igual; por eso, con
propiedad y sin reserva alguna, a Luis Mario Madriz se le puede calificar, con justificada
razón, como “El poeta de Rangel”.
Luis Manuel Solarte Cañizalez
Trujillo, 20
de junio de 2022.
Cultura | Universitarios disertaron sobre Luis Mario Madriz, el poeta de Rafael Rangel
La ponencia fue presentada en la Casa Carmona del Nurr (Foto:
Cortesía: Elvimary Valecillos) |
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