La Colección de Palabras: Entre la Inteligencia y
la Presunción
* Por: Prof. Frank
Daboín.
Adscrito al
Departamento de Física y Matemática del NURR ULA.
Miembro del CRINCEF
e investigador invitado del LISYl*
Villa
Universitaria, 23 de abril de 2024.
Todo ser humano ha tenido una fascinación innata por las palabras. Las
palabras son la herramienta fundamental de la comunicación, pero ¿hasta qué
punto las utilizamos de manera auténtica y significativa, y cuándo caemos en el
mero coleccionismo lingüístico o en la presunción intelectual?
Este dilema, planteado por Alejandro Agresti en su película
"Mecánica Popular" (2015), nos invita a reflexionar sobre la verdadera
naturaleza de nuestro uso del lenguaje y su relación con nuestra percepción de
la inteligencia.
El sujeto lector aprecia en las narrativas de creaciones artísticas una
parte del esplendor de los signos y significados que se fraguan en el tejido de
una obra literaria o una presentación artística, sin lugar a dudas, de esa
sensible apreciación se van consiguiendo una acumulación de frases y palabras
que puede permitirnos una ampliación del repertorio lingüístico y con ello una
suerte de apariencia de erudición y sofisticación de frases que sin darnos
cuenta —en algunos casos— podemos llegar a usarlas a modo de adquisiciones
semánticas como trofeos de nuestro supuesto conocimiento.
Sin embargo, esta práctica superficial nos lleva a caer en el peligroso
terreno de la presunción intelectual. Utilizamos palabras rebuscadas y frases
elaboradas no tanto para comunicar ideas, sino para destacar nuestra supuesta
superioridad intelectual.
Nos convertimos en snobs lingüísticos, elevándonos por encima de
aquellos que no comparten nuestro repertorio verbal, y alimentando un ego
basado en la apariencia más que en la autenticidad.
Por otro lado, podemos estar de acuerdo que la genuina inteligencia
radica en la capacidad de elegir las palabras adecuadas para expresar nuestros
pensamientos de manera clara, precisa y significativa.
No se trata de acumular un arsenal de términos pomposos, sino de
utilizar el lenguaje de manera efectiva para transmitir ideas, compartir
experiencias y conectar con los demás en razón y pasión.
De lo anterior se infiere que el desafío apunta hacia una búsqueda del
equilibrio entre potencia semántica de las palabras en cuanto a riqueza del
lenguaje y la sinceridad en elección, manejo y su uso.
En lugar de coleccionar palabras como ornamentos vacíos, debemos
cultivar una relación profunda con el lenguaje, reconociendo su poder para
moldear nuestras percepciones y relaciones con el mundo que nos rodea.
Debemos recordar que la verdadera inteligencia no se mide por la
cantidad de palabras que conocemos, sino por nuestra capacidad para elegir las
palabras correctas en el momento adecuado.
De allí la sutil tarea de lograr elegir la palabra que mejor
significación exprese nuestro senti-pensar en intención de conseguir una
empatía a lo que pretendemos manifestar, y en caso de no existir tal palabra,
procurar fabricarla o resemantizar alguna para denotar lo que connotativamente
deseamos se proyecté a modo de radiografía de nuestro querer decir.
De todo lo señalado, me permito indicar que está interpretación ha sido
una posible lectura al cuestionamiento planteado por Alejandro Agresti en la
película "Mecánica Popular", una inferencia que a mí juicio nos
invita a reflexionar sobre nuestra relación con el lenguaje y la inteligencia.
Por lo que aprovechando la celebración del Día Internacional del Libro,
Idioma y Derechos de Autor, les extiendo la invitación para buscar y ver
críticamente está película para acercarse a una lectura que conlleve a otras
interpretaciones en función de sus premisas argumentales.
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