*** Aprovechar y comercializar sus potencialidades representan una de las decisiones actuales de los jóvenes en el NURR para obtener, de manera honrada, dinero tal como lo practican Raimar Valladares, Andrés Canelones y Jhonatan Peña
La estudiante Raimar Valecillos elabora a precios accesibles dibujos, mapas conceptuales y mentales (Foto: Carlos Cegarra) |
PRENSA
ULA-NURR / Gilcely Linares (CNP 15.221) En tiempos difíciles, los
estudiantes universitarios se las ingenian para sobrevivir y contribuir
honradamente en gastos familiares. Una muestra de ello es lo que ocurre en el
Núcleo Universitario “Rafael Rangel” (NURR) cuando los jóvenes deciden
emprender, viendo oportunidades en las
adversidades, así como aprovechando sus potencialidades.
La pérdida del poder adquisitivo, entre
otros factores, influyen en la cotidianidad venezolana, incluso un
significativo número de muchachos han abandonado las aulas de clase o migrado
en busca de bienestar, sin embargo, quienes deciden continuar su formación
académica desarrollan la creatividad, confían y creen en el país.
Historias
Disposición, esperanza, ganas de salir
adelante, espíritu luchador hasta toques de alegría representan las historias
de algunos bachilleres que intercalan la jornada diaria entre sus
responsabilidades académicas y la oferta de productos en los espacios de la
Villa Universitaria. Desde muy pequeña Raimar Valladares, cursante del quinto
semestre de Educación, Mención Lenguas Extranjeras, es una apasionada por el
arte, la pintura, además por el dibujo, su crecimiento al respecto ha sido
empírico, logrando recrear paisajes, rostros y aspectos mitológicos.
Mandocas con sabor a naranja vende en el NURR el joven Andrés Canelones (Foto: Carlos Cegarra) |
Frente a una agobiante situación
económica, Valladares resolvió ofrecer, a precios accesibles, la elaboración de
dibujos, carteleras con material reciclado, mapas conceptuales y mentales
necesarios en cualquier carrera para cumplir ciertas asignaciones. “Soy de
Boconó y estoy residenciada en Trujillo, la iniciativa de trabajar con mi
pasión me abre la posibilidad de cubrir parte de los gastos básicos, lo cual a
la vez disminuye las preocupaciones en mi hogar. Cumplir con los pedidos
amerita tiempo y dedicación, quienes desean que haga todo, es decir, hasta investigar
los temas tendrán un precio más alto”, señaló la futura profesora.
Mientras que Andrés Canelones, alumno del
quinto semestre de Educación, Mención Geografía y Ciencias de la Tierra, en
conjunto con Jhonatan Peña, del tercer semestre de Educación, Mención Lenguas
Extranjeras, optaron por la venta de bocaditos, como las tradicionales
mandocas. Una sociedad que surgió con la intención de adquirir papelería y
materiales indispensables en clases, aunado a conseguir dinero para sus casas y
gastos personales; con un toque especial de naranja, sus mandocas agradan los
paladares universitarios y no descartan comercializar a corto plazo otras
comidas.
“Ante la coyuntura actual estamos llamados
a repensarnos, reinventarnos, no ahogarnos en un vaso con agua, urge trabajar
por mejorar, sin dejar a un lado los procesos formativos porque Venezuela
necesita de todos”, apuntó Canelones.
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