El Dr. Isidoro Requena reivindicó la figura de Mario Briceño-Iragorry y dejó un inestimable patrimonio académico al Nurr, afirma el Dr. Luis Javier Hernández (Foto: Cortesía / Argenis Valera) |
*Dr. Luis Javier
Hernández Carmona.
Profesor Titular
ULA-NURR.
Laboratorio
Investigaciones Semióticas y Literarias (LISYL).*
A medida que transcurre el tiempo, opera una particular
simbiosis entre seres y espacios a través del compartir esencias y
particularidades cotidianas que llegan a constituir la vida misma. Eso ha
ocurrido en el Núcleo “Rafael Rangel” de la Universidad de Los Andes, y
específicamente con los espacios de la casa
de Carmona, bautizada así por Isidoro Requena Torres para hacer justicia al
lugar genesíaco de nuestra alma mater, la viva estampa de un productivo
recorrido por los caminos del saber y la preparación diaria, consciente y
comprometida.
Ciertamente en esa casa
albergante de un sinfín de recuerdos multiplicados por cada uno de sus
protagonistas, habita por siempre un acrisolado ejemplo de ejercicio académico
que supo horadar la fértil conciencia de quienes tuvimos la oportunidad de
compartir esos espacios bajo la palabra paciente y aleccionadora de Isidoro
Requena Torres, un humano ser de
condiciones extraordinarias para la docencia, investigación y proyección del
saber hacia las comunidades con la preservación de la memoria literaria.
Isidoro Requena prodigó con su ejercicio docente no sólo
el conocimiento de la manera más sentida, sino que dictó cátedra sobre la
sensibilidad como umbral para ingresar desde la filosofía y la literatura a la
región dimensionada por el cariño, vocación y pedagogía singular para apelar al
estamento telúrico a manera de vínculo profundamente solidario que diluye las
nacionalidades para universalizarlas en pos del sentimiento auténtico y
desprendido.
Así Isidoro Requena Torres se hizo trujillano para amar estos espacios, hacer suyas estas montañas
prolongadas en el páramo merideño y las calmas aguas de la Laguna Negra. Allí
coincidió la maravilla telúricacon el espíritu trascendente para encontrar en
la palabra el mecanismo perpetuador de la esencia de la tierra y las magias y
maravillas de la creación literaria; el sólido testimonio de los hombres frente
a la vida que nunca se agotará con el paso del tiempo, al contrario, a cada
momento ensanchará sus frutos.
Convencido del don de la palabra y hechizado por los
prodigios del lenguaje, Isidoro Requena Torres hizo de su vida una constante
reflexión sobre sí mismo, el otro y los espacios que completan la maravillosa
trilogía de la creación filosófica-literaria para abordar diversos aspectos y
legarlos a modo de guía para quienes frecuentan esos espacios argumentativos.
De esta faceta de su vida quedan valiosos aportes en función de la
hermenéutica, la literatura y una sólida concepción sobre la región sensible o
la transposición de los espacios físico-geográficos a la imaginación y de allí hacerse
memoria de múltiples aristas y connotaciones.
Bajo el privilegio del oficio de las manos, Isidoro
Requena Torres ejerció el artesanado de la escritura como forma de decir y
decirse, de ser hablante y escucha al mismo tiempo en un diálogo en voz alta
para convocar voluntades y emprender recorridos con destinos comunes. Así hurga
en las entrañas de la tierra trujillana para rescatar del anonimato figuras
fundamentales de la literatura regional a través de grupos de investigación
hasta que consolida la creación del Centro de Investigaciones Literarias y
Lingüísticas “Mario Briceño-Iragorry”, epicentro de su labor de rescate, reflexión
y difusión.
Desde el CILL “Mario Briceño-Iragorry”, Isidoro Requena
Torres articula una incansable labor frente a la Unidad de Literatura
Trujillana, desde donde recopila para su estudio y difusión valiosas obras
publicadas por entregas en diversos periódicos del país. Paralelamente crea la
Cátedra Abierta de Literatura Trujillana, espacio que permite ampliar los
horizontes académicos más allá de la casa
de Carmona e integrar más voces y escuchas para el descubrimiento de un
fascinante acervo histórico, cultural y literario.
En esa integración de nuevas simientes al conocimiento
literario privilegió a las escuelas y liceos de la región con acuciosos papeles
de trabajo a ser compartidos en productivas jornadas donde la voz antigua de los predecesores resonaba
con la fuerza e ímpetu de una juventud ávida de descubrir de manera más cercana
y sentida las raíces de una tierra prodigiosa que se develaba con la lectura y
la participación.
Isidoro Requena Torres supo conjuntar el valor intrínseco
del pasado con las nuevas visiones argumentativas del presente para
redimensionar los estudios sobre filosofía y literatura; proceder académico que
posibilitó la formación de una generación de relevo comprometida con ese
legado. Desde sus cátedras de filosofía y metodología de la investigación en
pregrado, y los seminarios en la Maestría en Literatura Latinoamericana,
inculcó esa pasión característica que sentía por Trujillo, su patria
definitiva.
Transitando por los muros del tiempo y la historia
reivindicó la figura de Mario Briceño-Iragorry al rescatarlo de la inamovilidad
oficialista para traerlo a las aulas, foros, congresos y seminarios bajo la
libertad creadora para que se multiplicará sin atadura alguna; permitiendo de
esta forma su proyección: de Trujillo
hacia el mundo.
Isidoro Requena Torres a través de su obra y proceder
intelectual lega al Núcleo “Rafael Rangel” un inestimable patrimonio académico
que indudablemente servirá por siempre como piedra angular para seguir adelante
en la labor de incentivar el conocimiento más allá de la instrumentalización de
la racionalidad o el simple cumplimiento de contenidos programáticos. En su
ejemplo está la académica hecha sensibilidad, compromiso y vocación; aspectos
fundamentales para sembrar de manera diferentelas generaciones que deben
repensar la universidad y el país, la nueva manera de encontrarnos bajo las
premisas del sentimiento para reconocernos cuerpo plural que comparte sueños,
propósitos y lugares comunes. En palabras de Isidoro….
El lenguaje es una casa, la casa
del lenguaje, cuya esencia es amistad y hospitalidad, interpelación –vocativo-;
su papel es el de revelar al otro-comorostro, revelarlo como interlocutor, como
maestro; lenguaje original y originario, lenguaje sin palabras ni
proposiciones, pura comunicación.
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