Rememorando la historia del Nurr al arribar a sus 49 años | Opinión

 


Rememorando la historia del Nurr al arribar a sus 49 años | Opinión


*Por Pedro Antonio Rivera Chávez.

Profesor activo del Nurr-ULA, adscrito al Departamento de Biología y Química.

Editor Fundador Adjunto de la Revista ACADEMIA.

Editor Adjunto del Fondo Editorial Mario Briceño-Iragorry.

Director de SerbiNurr.*

*Artículo de Opinión en el marco del 49 Aniversario del Nurr-ULA, conmemoración institucional en homenaje al beato trujillano Dr. José Gregorio Hernández *


Las ciudades se labran su propio destino y construyen sus bases para conservar o modificar su historia que ha de acompañarlas en el devenir de su existencia. Las que deciden conservar el status en que existen serán entidades abstractas  y limitadas sin visión ni praxis de su propio modo de ser sin concreción de futuro, incidiendo en el porvenir de sus hijos y de futuras generaciones. 

Por el contrario, las que aspiran en transformar el monótono estado de cosas que las embarga y que les impide arribar a nuevos derroteros para que sus hijos y los descendientes de estos, puedan concretar ideales y sueños, buscando transformar esa monotonía en la que han venido conviviendo  y desean con vehemencia inaudita alcanzar el verdadero desarrollo que late por sus cuerpos y deciden enfrentar los desafíos que plantea la nueva sociedad comprendiendo que su misión es la de buscar su propia verdad.

Una de las concreciones y quizás la más importante a la que han de arribar es la de crear en ese lar nativo una institución capaz de convertirse en un ente de cambio social que conduzca a todo un proceso de transformación y a la formación de capital humano para la generación de conocimiento en intima comunión entre la creación de ese conocimiento y su vinculación con el medio.

Y es de ese modo de pensar donde surge la idea de crear esa institución que no es otra cosa que una Universidad que se constituirá en el vector fundamental para el desarrollo de una región que vendrá a aportar un conjunto de nuevas ideas transformadoras que  permitan dar respuesta a las demandas sociales y económicas de esa una zona subdesarrollada, ya que esa universidad ayudará a luchar contra los males y las carencias ancestrales, permitiendo la formación de recursos humanos a los más altos niveles profesionales y éticos siendo por ende, un medio para salir del subdesarrollo impulsando programas de investigación orientados a la búsqueda  de soluciones eficaces y satisfactorias a los problemas prioritarios.

Para aseverar y corroborar esta concepción nos basamos en José Rola Benett quien defina a la Universidad como “una institución cultural de educación superior, que en función de libertad, tiene como objetivos primordiales, la plena formación de sus integrantes, la creación del saber y su transmisión en la forma más eficaz”.

Así mismo, Karl Jaspers señala que “la universidad es voluntad de unidad en la libertad, principio que va del hombre a la cultura y abraza la concepción del mundo y de la vida”.

Una de las características principales de una universidad es la pluralidad de opiniones y Kerr en 1963 señalo que “la universidad representa tantas cosas a tanta gente diferente que por necesidad está parcialmente en guerra con ella misma”.

La universidad desempeña un papel muy importante en la sociedad como conciencia crítica de la misma, gracias a que su autonomía y  su libertad académica (características vitales de una verdadera universidad democrática y libertaria) le permiten desempeñar dicho papel. Es por ello que John Newman señala que “la universidad es el lugar en que se enseña un saber universal y su objetivo es la difusión y extensión del conocimiento, más que su avance”.

Podemos afirmar que el papel que juega la universidad en una región es la de constituirse  en el actor fundamental para su desarrollo aportando un conjunto de transformaciones requeridas para dar respuesta a las nuevas demandas socioculturales que requieran  y su rol esencial es la formación de  un ser humano avanzado, así como la creación de conocimiento avanzado que permita  la creación de nuevas tecnologías y nuevos productos, y por ende, contribuir al desarrollo territorial.

Finalmente el gran reto de una casa de educación superior es la de reformar la enseñanza-aprendizaje. Por ello Rusell Ackoff señala “un asunto es el aprendizaje no la enseñanza. Es importante centrarse en el aprendizaje ya que el objetivo no consiste en enseñarles a los estudiantes, sino en habilitarlos para que aprendan a aprender. No recitar conocimientos sino enfrentarlos  a múltiples y diversas situaciones de las cuales saldrán airosos solo si saben aprender.”.

Es en este contexto descrito que queremos referirnos a la casa que vence las sombras en nuestra ciudad capital por arribar a los 49 años de su creación, nuestro Ulandino Núcleo Universitario “Rafael Rangel” (NURR), el cual fue definido por Alí Medina Machado como “el más grande patrimonio del estado Trujillo” y considerado como un proyecto inacabado en constante transformación.

El Nurr nace como respuesta a la necesidad en Trujillo de un centro de educación superior en esta subregión del estado, por cuanto el  número de bachilleres de sus liceos y colegios crece considerablemente y por ser un estado deprimido y la mayor parte de esos bachilleres no tenían los medios para trasladarse a Mérida, Maracaibo o Caracas fundamentalmente, se les paralizaba la continuidad de proseguir estudios a nivel universitario, truncándoles sus sueños y aspiraciones de convertirse en profesionales capaces de aportar nuevos conocimientos y trabajos al más alto nivel en su lar nativo, a la vez que los condenaba a continuar una vida de miseria y de carencias personales de toda índole, por cuanto les limitaba la posibilidad de mejores ingresos, menor calidad de vida y mejores condiciones de salud.

En esas condiciones en las que se encontraba el estado Trujillo, cuna de caudillos, era difícil pensar en la posibilidad remota de crear una institución de Educación Superior, sin embargo, la visión futurista de muchos trujillanos y el fuerte apego a su región de los verdaderos hijos de este estado contribuyó a que toda la comunidad como ente único coadyuvara en su creación. Pudo más la voluntad de un pueblo que la opinión de un grupo menguado de mentes limitadas por cuanto sabemos que en las sociedades unos vinieron al mundo a juntar voluntades y otros a desunir y los primeros aunque sean pocos  se imponen porque la verdad es diáfana como el mediodía. Y esa verdad parecía que estaba escrita como una profecía reveladora de algo que se haría cierto en un tiempo no muy lejano.

La creación del Núcleo Universitario Rafael Rangel logró amalgamar a las más disimiles voluntades y la podemos considerar como una acción épica que dio sus frutos por una concepción unitaria sin distingo de clases sociales, políticas, religiosas, etc. Aquí se unieron todos sin excepción, personalidades, instituciones, estudiantes y pueblo.

La proeza mayor fue que el pueblo trujillano hizo presencia en el recinto del Aula Magna de la Ilustre Universidad de Los Andes en Mérida conformando una caravana cívica que marchó hasta allí, dejando atónitos a los habitantes, así como a las propias autoridades de la ULA, al ver como un pueblo organizado se hizo presente para pedir que sus hijos también pudiesen sin abandonar el suelo trujillano la oportunidad de continuar sus estudios de educación superior, es decir, la posibilidad inmediata de la creación de una extensión de la ULA en la ciudad de Trujillo para sus hijos.

Este clamor de un pueblo unitario y concretizado se sobrepuso a cualquier insurgencia por que como dice José Ingenieros “hay mediocres, ayunos de fuerzas morales, que pretenden desconocer el talento y la inteligencia, la probidad y la honradez, pero a fin de cuentas, sucumben cuando emerge la verdad”.

Justamente la verdad que crea la necesidad imperante del requerimiento de  una extensión para que sus hijos continuasen sus estudios y se hiciesen profesionales honestos y pulcros se hizo una realidad tangible y es así como el 23 de junio de 1972 el Núcleo comienza a desarrollar sus labores de docencia, investigación y extensión empezando como NUT (Núcleo Universitario de Trujillo) los primeros 5 años y en el mes de abril de 1977 en Betijoque por disposición de las autoridades universitarias se le designa “Rafael Rangel”.

El Núcleo desde esa fecha tiene nombre de sabio autentico y definitivo; hombre generoso y virtuoso que supo dar luz a la ciencia en el país, cuando aún esté caminaba a ciegas de tal conocimiento. Ya la eponimia trujillana es una razón de triunfo para la casa del saber que nos cobija, y en esta perspectiva hemos querido ver el trabajo que aquí se cumple. Solo el ámbito espiritual de Rangel es un aliciente para que esta  Universidad funcione y sirva.

Este logro alcanzado por el esfuerzo y pundonor de un pueblo en la búsqueda de un futuro promisorio fue posible gracias a la acción decisiva de dos eminentes universitarios de la ULA que se convirtieron a ultranza en el clamor del conglomerado trujillano: ellos fueron el Dr. Antonio Luis Cárdenas responsable de delinear la estructura primaria de dicha extensión, siendo su primer Coordinador y quien el 28 de junio de 1972 dicta la clase de su instalación académica y el Dr. Pedro Rincón Gutiérrez, Rector Emérito de la Ilustre Universidad de Los Andes para esa fecha, quien brindó todo su apoyo y calor a la solicitud y a la vez firmante del decreto de creación de la naciente institución y quienes como una paradoja, 5 años más tarde, en diciembre de 1977, ocuparan juntos nuevamente el presídium en el solemne acto de graduación de la Primera Promoción del Núcleo Universitario Rafael Rangel: EL Dr. Pedro Rincón Gutiérrez como Rector de la ULA y el Dr. Antonio Luis Cárdenas , como Padrino de la Promoción.

El fin primordial de esta extensión universitaria era el de abocarse al estudio y solución de la problemática existente en el País y en particular atender a las necesidades del desarrollo económico, social y cultural de la región de los andes y sus zonas de influencia, y por ende, centrarse en la lucha contra los males y carencias ancestrales que cobijaban en el estado Trujillo, así como salir del subdesarrollo imperante y permitir la integración de la juventud al ámbito y vida universitaria.

Su actividad arranca con una planta física central ubicada en Carmona, zona privilegiada de la ciudad de Trujillo, así como las instalaciones de la hacienda “El Prado”, en La Concepción, ubicada a 15 kilómetros de la ciudad capital, con una característica geográfica verdaderamente envidiable por cuanto dicha zona se encuentra entre Valera (capital económica) y Trujillo (capital geográfica), las dos principales ciudades del estado Trujillo.

En estas casi 5 décadas de existencia, el Nurr ha sido conducido por auténticos docentes ulandinos, en el sentido más estricto de la palabra y quienes de una u otra forma, con su particular y personal modo de conducción gerencial la han hecho una institución cada vez más señera y eficiente con la creación de estructuras académicas sólidas y confiables, velando por el ordenamiento jurídico y académico, hasta el lugar que hoy ocupa dentro de la estructura ulandina con una planta profesoral de primera línea constituyéndose en una de las Facultades con mayor número de docentes titulares.

Esa sabia ejecución direccional iniciada como ya lo referimos anteriormente por Antonio Luis Cárdenas en 1972 por designación, siguiéndole posteriormente Octavio Briceño Monzillo, José Miguel Monagas, José Vicente Scorza, Ismael Valero Balza, Carlos García Quintero e Isidro Rodríguez, nombrados todos ellos por designación hasta el año de 1983 en el que Henry Montilla es electo por terna, luego también por esta modalidad la dirige María Fe González hasta 1990, año en que Ramón Pachano Rivera se convierte en el primer Vicerrector electo por votos (profesores-alumnos-egresados). Posteriormente Juan Carlos Delgado, Conrado Daboín (2 periodos), Gladys Gutiérrez (2 periodos) y Eric Brown también reelecto por dos periodos. Al producirse la renuncia de éste se vuelve nuevamente al nombramiento del Vicerrector Decano por designación, siendo ocupado por los docentes Hebert Lobo, Efrén Pérez Nácar, Jesús Matheus y actualmente Geovanny Castellanos.

En este largo trajinar de 49 años el Nurr se ha venido consolidando siendo su funcionamiento integral por Departamentos, los cuales a su vez, subdividen su actividad por áreas produciéndose la creación de nuevas carreras ligadas directamente a las condiciones de subdesarrollo de esta región, todas ellas terminales lo que conlleva como es lógico a la eclosión de un alto número de profesionales egresados de sus aulas. 

Así hemos visto a través de su historia desde 1977 en que se produce su primera promoción un considerable número de graduandos en Educación (todas las menciones), Contaduría, Administración, Comunicación Social, Ingeniería Agrícola, Ingeniería de la Producción en Agroecosistemas, Técnicos Superiores Agrícolas y Técnicos Superiores Pecuarios y prontamente saldrá la primera promoción de profesionales en Derecho.

Así mismo se han producido modificaciones a los pensa de estudios de las diversas carreras por cuanto la actividad de una casa de estudios superiores tiene que ser indetenible y permanente a través del aporte de nuevos productos como una expresión tangible de su existir y que se materializa en su producto final, constituido por la formación integral actualizada de nuevos profesionales preparados eficientemente para la función social que han de cumplir y ejercer.

Pero esta casa ulandina no se ha limitado solamente a la preparación y graduación de nuevos profesionales, sino que también ha sido asiento para la realización de una infinidad de eventos en los que esos futuros profesionales han estado inmersos y les ha servido para su adaptación y de conocimiento para asumir los retos que en un futuro próximo han de enfrentar.

El NURR ha sido un vivero de eventos científicos y humanísticos con una inmensa proyección futurista y holística y  hemos sido fieles testigos de la realización de seminarios y congresos locales, nacionales e internacionales, Bienales de Arte Popular, Ferias del Libro, Congresos de Cronistas, Congresos de Editores de Revistas Científicas con ponentes locales, nacionales e Internacionales (se editan 9 revistas).

Igualmente organiza y dicta especializaciones, diplomados, maestrías y doctorados, es decir, no se limita al Pregrado, sino que se ha dedicado con igual ímpetu a la creación y consolidación de Programas de Postgrado y así nos encontramos con el Doctorado en Ciencias de la Educación y la implementación de una serie de Maestrías entre las  que destacan: Gerencia de la Educación, Literatura Latinoamericana, Desarrollo Regional, Protozoología, y Docencia de la Geografía y Ciencias de la Tierra. Así mismo especialización en Promoción de la Salud Comunitaria, en Administración (mención Gerencia), Contaduría, Física y Matemática Pura.

Su actividad no se limita solo a La Villa o en Carmona, sino que posee igualmente infraestructuras ubicadas en Pampán, Boconó y Rafael Rangel como lo son: Finca El Reto en Monay; Centro de Ecología en Boconó y el Centro de Desarrollo Local (Cilarr) en Betijoque.

Por todo  este cúmulo de realizaciones y logros alcanzados hasta le fecha el NURR se ha convertido en un ente indetenible por cuanto ha sido una constante permanente el realizar actividades académicas, de investigación y de extensión en el ámbito de la excelencia por haber nacido del propio corazón de la bicentenario de la Universidad de Los Andes, la cual como muy bien lo señala el profesor ulandino Gerard Páez Monzón “ha sido un romper de paradigmas”.

El NURR con su acción y con su trabajo ha venido haciendo el nuevo espacio de la realidad trujillana, y la marcha de este trabajo innegable se está hundiendo en el acontecer del paisaje andino para emerger y eclosionar en ejecutorias reales, benéficas para esta tierra por lo que tienen de transformadoras, y promisorias por lo que tendrá que ser forzosamente esta entidad, que ha llegado al nudo de su historia y a la cima de su drama para demandar al hombre de este tiempo una solución de su crisis, que no puede ahondarse más porque surgirían los signos de una gran tragedia, y por ende, cumplir con su función básica que es la de convertir al ser humano y su entorno en entes plenos para la mejor convivencia.

Esta disquisición sobre el papel del NURR nos recuerda las palabras de humanismo de Martin Heidegger, empeñado como nosotros en permanecer en la provincia como deber e imposición de conciencia y como compromiso ético con la tierra de origen. Decía el filósofo: “sólo el trabajo abre el ámbito de la realidad de la montaña. La marcha del trabajo permanece hundida en el acontecer del trabajo”. Y ciertamente la semántica del juicio heideggeriano se hace pertinente con la función de nuestra Universidad, con cuyo trabajo se viene haciendo el perfil de esta montaña, y es la Universidad, así sectores interesados sostengan lo contrario, la gran empresa constructora del ámbito del desarrollo y de la prosperidad que requiere la región trujillana, batida por una profunda crisis negadora de todo, y abatida por la negación del hombre mismo que se ha quedado solo en el círculo de su propia apetencia. Aprendamos de Heidegger la lección de la tierra. El NURR simboliza la marcha del trabajo, y por consiguiente, debemos cuidarlo para poder hacer a Trujillo. El NURR tiene que seguir haciendo a Trujillo, pero igualmente corresponde a Trujillo hacer a su Universidad por lo que hoy se  hacen más imprescindibles las palabras del obispo trujillano Trino Valera quien en una actividad con motivo de celebrarse los 40 años de la creación del NURR nos señaló: “no se cansen de buscar la verdad, de vivir en la verdad y de expresar la verdad “.

El NURR, es decir, la Universidad del estado Trujillo, se necesita cada vez más en nuestro territorio. El desarrollo subregional tiene su asidero en esta casa ulandina cuyo objetivo y función básicos, no puede ser otro, que la formación de la gran estructura cultural capaz de generar todo un instrumental para el cambio social acelerado y progresivo que lo catapulte a signos de progreso y que le permita acortar sus males de antaño pegados a su historia, para de esa forma alcanzar su mejor y prístino destino, que esté cónsono con el tiempo nuevo, totalmente diferente de todos los demás tiempos del hombre como la mejor manera de vivir la vida y en perfecta concordancia con lo expresado por Albert Einstein: “solo hay dos formas de vivir la vida: una es pensando que nada es un milagro  y la otra creer que todo lo es “.

Sin embargo, es menester señalar que no todo ha sido fácil en el devenir de la existencia del NURR: problemas y obstáculos se han hecho presentes, algunos de los cuales han sido complejos, pero detengámonos por un instante a pensar hasta qué punto son sinceros y honestos los que lo atacan o lo han criticado y que grado de interés mueven aquellas motivaciones que señalan errores en la conducción de nuestra casa de estudios. El Núcleo no escapa ni a la problemática universitaria ni a la problemática general del País. Y si ciertamente hay atraso y distorsión en su trabajo, no es sino consecuencia del atraso organizativo y funcional que tiene el mismo País, con resultados prácticamente irremediables que los estamos percibiendo con dureza. Con la mala distribución centralista de recursos es la universidad autónoma a la que se ha golpeado más, y la misma potencialidad productiva del País arrincona a la Universidad con la negación de su importancia y atributos. Se les asigna presupuestos reconducidos y reducidos a su mínima expresión, negándoles partidas para su mantenimiento, para su investigación y para hacer extensión, lo que ha llevado a que su personal docente, administrativo y obrero perciban salarios que no están en correspondencia con la función sublime que cumple cada uno de estos sectores en la vida universitaria lo cual ha producido múltiples renuncias de dicho personal.

Este ha sido un ataque certero y permanente de este gobierno integrado por revolucionarios que no toleran la disidencia formado en su mayoría por comunistas trasnochados y de escasa probidad que cimientan sus ansias de poder, atropellando la dignidad humana y que han venido intensificando gradualmente su ataque a las universidades autónomas, ya que la pluralidad  democrática de las mismas les causa escozor.

Ese mal, denominado Socialismo del Siglo 21 ha llegado al límite de su odio al eliminar su autonomía de hecho, degradando leyes y pisoteando el prestigio y honor de quienes laboran en estas universidades, cuyo único delito es   la producción y difusión del conocimiento.

Esta situación irregular que vive la universidad en nuestro País se ha hecho patente en el funcionamiento del NURR, que lo ha llevado al estado de postración en el que está inmerso se ha agravado con la pandemia del Covid-19 que azota al mundo entero y que para el día en que se llega a un año más de su creación con la extensión de la cuarentena existe casi una paralización de su rutina de trabajo diaria.

Al producirse el cese de esta situación compleja que nos afecta en este momento todos los universitarios, en el verdadero sentido semántico de la palabra debemos coadyuvar para la búsqueda de los recursos públicos suficientes para que la Universidad pueda responder a su alta misión. Los universitarios, en cada sección y posición tenemos que asumir nuestra cuota de responsabilidad, para exigir y demandar lo que la Universidad necesita como condición inmanente para cumplir sus elevados fines formadores.

Si no existe una dosis de una autentica identidad universitaria con la institución que nos cobija, ésta se sentirá desprotegida y deprimida, y en consecuencia, incapacitada para cumplir a cabalidad con sus roles de docencia, investigación y extensión.

Todos debemos asumir, y es el reto que nos demandan, un compromiso con nuestra propia conciencia. Un compromiso de destino, como debe haberlo en el individuo que por providencias especiales haya alcanzado un sitial dentro del conocimiento y la cultura. 

El docente universitario no puede robarle el tiempo que debe servir a la Universidad para dedicarlo a otro negocio lucrativo o el que no mejora ni actualiza sus condiciones profesorales, mediante una entrega pasionaria al estudio y a la investigación.

Los docentes universitarios debemos tener claro nuestra función social y avizorar nuestro aporte ideológico para mejorar las condiciones de este pueblo trujillano. ¿Cuál es la cuota de nuestra participación?, ¿a cuál parcela del problema social estamos atacando con nuestros esfuerzos y conocimientos?, ¿en qué se está beneficiando el conglomerado trujillano con nuestra posición dirigencial?. Por ello es conveniente detenernos para examinar nuestra conciencia, y para asombrarnos de nuestra propia desidia y hasta de la culpabilidad social que cae sobre nuestros hombros.

El pueblo despertará cuando los que tuvimos la suerte del acceso a la cultura nos entreguemos con pasión a la causa de ese pueblo, pero en tanto no  se actúe con sinceridad y desprendimiento, no mejoraran sus condiciones y  estaremos conduciendo a las generaciones futuras a un mundo estéril y yermo, como especie de desierto total.

Los egresados de esta casa de estudios ulandina también tienen su propia responsabilidad en esa  brecha que se abre en la comunidad en relación a sus necesidades y la capacidad dirigencial de dicho egresado para solucionárselos.

El interés del pueblo no está despertando interés en el conductor, ni se quiere ejercer un liderazgo para alcanzar el verdadero desarrollo que plantea la nueva sociedad. No queremos entender nuestra misión. Nadie busca su propia verdad.

El leit motiv de estas aseveraciones estriba porque el que egresa de la Universidad se divorcia inmediatamente de su compromiso moral, para interesarse en su propia suerte sin mostrar interés alguno por la suerte de los demás, que en vastísima proporción, es menor que la suya.

En  el transcurso universitario se indaga y se opina, se busca ciertamente el conocimiento; pero al irse de la  Universidad se deja de ser  universitario, porque ya no interesan los problemas sociales ni la diferencia de cultura en la población, ni el estancamiento del estado, ni las carencias asistenciales, ni el problema fundamental del ser humano. Y así no se puede ser universitario, por cuanto ni siquiera se es hombre. La Universidad exige un hombre multiplicador: la cultura misma es una exigencia de participación colectiva preocupada por los problemas que dan o quitan destinos a los pueblos. La cultura sembrada por la Universidad en sus hijos tiene que darse por medio de la participación, y una Universidad democrática y pluralista tiene que enseñar a sus miembros la siempre nueva y conveniente idea de participación, que sobre todo en este tiempo tan disímil y crítico que vive Venezuela, sea un grito de guerra para despertar otra conciencia social más propicia al hombre, por  la satisfacción de sus necesidades de sobrevivencia.

Los egresados del NURR deben ser universitarios esenciales y no universitarios con un sentido accesorio, por cuanto ser universitario esencial significa que deben convertirse en agentes del cambio social, es decir, ser participantes de todo un proceso de transformación que tendrá que operarse en todos los pueblos de nuestro país, para no seguir siendo entidades abstractas o imprecisas, sino concreciones políticas definidas con visión de su propio destino.

El egresado del NURR tiene que ser, forzosamente, un componente activo del proceso social que viene exigiendo el País y fundamentalmente la subregión trujillana en la que como diría Walt Whitman “podamos plasmar la imagen de nosotros mismos”. 

Es bueno trabajar con las manos, que es lo que hemos venido haciendo, pero a este trabajo  tenemos que sumar lo hecho con el espíritu. En concreto, para  que haya unidad social, y por ende, desarrollo, el hombre debe usar “la impronta de sus manos y de su psique”, como asienta Vico.

Es en este contexto descrito en el que nos encontramos en este 49 aniversario de su creación, sin lugar a dudas en el peor momento de su historia agobiada por sus innumerables y múltiples problemas que lo han convertido en un maremágnum catastrófico y que nos  corresponde rescatar, con una acción decidida para que resurja nuevamente como el ave fénix y siga sirviéndole a este bravo pueblo en la producción y generación del conocimiento.

Quizás hoy más que nunca, debemos hacer valederas las palabras pronunciadas por el Rector de la Universidad de Los Andes, Doctor Mario Bonucci, en un acto realizado con motivo de su 41 aniversario de su creación cuando señalo “La mayor protesta que pueden hacer los universitarios es decir: que a pesar de que me maltratas, aquí estamos los universitarios con 41 años de historia sirviéndole a Trujillo, sirviéndole a los Andes Trujillanos, sirviéndole al País.”.

Por ello y haciendo nuestras esas palabras, pudiéramos afirmar que se hace totalmente necesario, que al cesar esta pandemia, que se ha llevado familiares y a muy cercanos amigos, muchos de los cuales fueron miembros activos o jubilados del NURR, así como el desenlace final de este gobierno, responsable directo del desastre y de la ruina ostensible de nuestro País, uno de los más ricos y prósperos del mundo, retrotraernos a la proeza asumida en 1972, en la que un grupo de trujillanos amalgamados en torno  un único ideal recorrieron riscos y páramos hasta llegar a las propias entrañas de la señorial Universidad de Los Andes para clamar por una extensión universitaria para su lar nativo. Lancemos un “vuelvan caras” y unidos en comunión perfecta, aunados con lazos de pundonor, coraje y buena voluntad, sin exclusiones separatistas, enlazados todos alumnos, empleados, docentes, gremios, instituciones y pueblo en general nos traslademos  hasta donde sea necesario, y a las dependencias que se requieran o que correspondan, para buscar todos los recursos públicos o privados para que el NURR pueda retomar su altísima misión de ser nuevamente la institución por excelencia de producción del conocimiento, así como adecuarla a los nuevos paradigmas del país que ha de surgir y ocupar el sitial que le asigne la nueva historia que    ha de llegar.

Quiero concluir este rememorar del NURR con una referencia que es valedera para esta fecha aniversario. En la “Utopía Inglesa”, nos dice Morton: “la educación no es ni un misterio reservado a una pequeña clase de letrados como en la Inglaterra de Moro, ni una materia distribuida parsimoniosamente en dosis cuidadosamente medidas a los niños durante algunos años y después olvidada puesto que no tiene ninguna relación con la vida, como en nuestros días; la educación es un perpetuo ensayo de comprensión del mundo en el cual el pueblo entero tiene su parte, tanto como los especialistas del saber que, lejos de constituir una secta, son apenas la vanguardia del pueblo, los jefes  de una empresa por la que todos ´pueden participar, y el saber es estimado y respetado, no en cuanto tal o porque sea el patrimonio de una clase social, sino como medio de desarrollar al máximo las posibilidades del hombre”.

Parafraseando a Morton, diríamos entonces que el NURR, es  y debe ser un perpetuo ensayo en función de Trujillo, la vanguardia de este noble pueblo, y una empresa de futuro en la que todos podamos participar.

Debemos cuidar al NURR para poder hacer a Trujillo; la Universidad es la que tiene que hacer a Trujillo, pero Trujillo es el que tiene que hacer a la Universidad.

Dejemos entonces al Núcleo hacer su historia universitaria escrita con los mejores signos del pueblo trujillano.

El Nurr en la antesala de sucincuentenario | Opinión por el profesor Alí Medina Machado


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Acerca de Prensa NURR-ULA

Sitio Oficial de la Oficna de Prensa de la Universidad de Los Andes, Núcleo Universitario Rafael Rangel en Trujillo-Venezuela.
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