José Gregorio Hernández precursor de la humanociencia

 

JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ PRECURSOR DE LA HUMANOCIENCIA

El Dr. José Gregorio Hernández Cisneros nació en Isnotú estado Trujillo


Por: Dr. Luis Javier Hernández Carmona.

ULA-LISYL.

Coordinador de la Cátedra Abierta e Itinerante

José Gregorio Hernández, Caballero de la Fe.

 

Pasada la ofuscación producida en los espíritus por los grandes adelantos materiales con los cuales la ciencia experimental ha cambiado la faz del mundo, es de creerse que habrá de producirse muy pronto el triunfo de la sana filosofía, la cual enseña al hombre en verdad a procurarse la civilización material, pero sin olvidar que sus destinos son mayores que los terrenos, y que tiene el deber de dirigir sus aspiraciones también a lo ideal y a lo infinito.

José Gregorio Hernández Cisneros

Elementos de Filosofía. 1912.

 

Dentro de la dinámica interpretativa académica y no académica, la figura de José Gregorio Hernández Cisneros (1864-1919), ha generado un sinfín de propuestas argumentales que van desde las más rigurosas a las más sencillas nacidas de la espontaneidad del pueblo; todas ellas para intentar catalogar una dimensión de vida a desbordar los planos científicos, místicos, terrenales a través de una filosofía construida en función de la voluntad, templanza, devoción a Dios y entrega al prójimo, bajo una extraordinaria combinatoria de ciencia y espiritualidad a la cual he llamado: HumanoCiencia a fin de plantear una revalorización del conocimiento científico a partir de la perspectiva ontosemiótica y hermenéutica.

Esta definición de HumanoCiencia articula el ejercicio racional y empírico de la ciencia con la subjetividad trascendente. Ello permite pensar la ciencia no en una mera acumulación y práctica de conocimientos, más bien, el camino hacia la sabiduría para el encuentro con el otro.

En este sentido, HumanoCienciaarticula el ejercicio racional y empírico de la ciencia, dentro de un proceso de interpretación donde la subjetividad trascendente juega un papel fundamental. Esto permite pensar la ciencia más allá de una mera acumulación de datos objetivos, en todo caso, un camino hacia la sabiduría y el encuentro con el otro.

La anterior consideración dialoga con enfoques a servir de antecedentes teóricos como la fenomenología, la epistemología del sujeto y la ética de la alteridad para ofrecer desde un mismo enfoque diversas aristas argumentales.

Tal es el caso de la fenomenología de Edmund Husserl para reivindicar el rol de la subjetividad en la construcción de conocimiento, al considerar la ciencia un fenómeno surgido de la conciencia del interpretante.

De igual forma, asume postulados de la epistemología del sujeto cognoscente propuesta por Gastón Bachelard, para enfatizar la importancia de una ciencia que no se cierra al objetivismo, por el contrario, se abre a la incertidumbre, la autoconciencia y la creatividad.

Por otra parte, en consonancia con las propuestas de Enmanuel Lévinas desde la ética y la filosofía de la alteridad, la HumanoCiencia es una producción de conocimiento a encarnar un acto de responsabilidad hacia el otro, donde el investigador no sólo busca comprender, también es su intención acercarse y transformar la realidad de manera ética y sensible. 

Asimismo, desde la ética del cuidado de Joan Tronto o Carol Giligan, la concepción de HumanoCienciarefuerza la idea de una práctica científica impregnada de sensibilidad humana que además de explicar el mundo, está involucrada en su bienestar.

El esbozo anterior sustenta el ejercicio de una metodología científica más participativa y dialógica, donde el investigador es un actor comprometido con la realidad estudiada.

Ello, en la enseñanza de la ciencia involucra pedagogías que integren la reflexión subjetiva, el pensamiento crítico y la sensibilidad ética en la formación de científicos más consustanciados con sus realidades y dejar de ser meros observadores de fenómenos y acontecimientos.

Asumidas las anteriores consideraciones en torno a la figura de José Gregorio Hernández Cisneros, representa un punto de encuentro entre la ciencia, la espiritualidad y la vocación de servicio al prójimo.

Su vida y obra encarnan el ideal de lo que denomino HumanoCiencia, es decir, una forma de hacer ciencia impregnada de sensibilidad humana, conciencia trascendente y un compromiso ético con la alteridad.

Su legado trasciende la simple práctica médica para convertirse en un paradigma de integración entre el conocimiento científico y la dimensión espiritual del ser humano.

Al respecto, es el ejercicio de una ciencia con conciencia y la práctica de un ejercicio profesional humanizado. Pues, desde su formación como médico en Venezuela y su especialización en París, José Gregorio Hernández mostró una profunda vocación por la ciencia, entendida más allá de un conjunto de conocimientos técnicos, asumida a manera de herramienta al servicio del bienestar humano.

Su ejercicio profesional estuvo marcado por una ética del cuidado, donde la medicina no se reducía a un acto mecánico de diagnóstico y tratamiento, al contrario, era una expresión de amor y empatía hacia el otro.

En este sentido, Hernández Cisneros se alinea con el concepto de HumanoCiencia al integrar en su práctica médica una dimensión profundamente humana y trascendente.

Su decisión de atender gratuitamente a los más necesitados, el compromiso con la enseñanza universitaria y la búsqueda incesante de nuevos conocimientos muestran una ciencia que no se encierra en el laboratorio o la academia, por el contrario, se proyecta hacia la sociedad con un propósito ético y humanista.

La anterior perspectiva sustenta uno de los aspectos más fascinantes de la vida de José Gregorio Hernández Cisneros y su capacidad para armonizar ciencia y fe sin que una niegue a la otra.

A lo largo de su vida, no solo se destacó en la faceta de médico e investigador, paralelamente fue un hombre de profunda espiritualidad, lo que lo llevó a intentar ingresar en varias órdenes religiosas.

Aunque finalmente no tomó los votos, su vida entera estuvo guiada por una mística del servicio, donde el conocimiento científico y la búsqueda de lo trascendente convergían en un mismo horizonte de sentido.

He allí una de las grandes virtudes a abonar el camino de elevación espiritual y reconocimiento de su santidad por parte de la Iglesia Católica.

Desde la perspectiva de la HumanoCiencia, este diálogo entre razón y fe no es una contradicción, es una manifestación de la complejidad humana.

Hernández Cisneros nos muestra que el ejercicio científico no es un acto frío y mecanicista, lo transforma en una manera de interpretar y transformar la realidad desde una conciencia ampliada que abarca tanto lo material como lo espiritual.

Su vida sugiere que la ciencia puede ser un puente hacia la trascendencia, un camino para comprender mejor al ser humano en su totalidad.

Esta dinámica argumentativa hace de la HumanoCiencia un paradigma para el encuentro con el otro y el sí mismo.

La relación de José Gregorio Hernández Cisneros con sus pacientes y estudiantes es un testimonio de cómo la ciencia puede ser un espacio de encuentro genuino con el otro.

Su humildad, su trato cercano y su entrega desinteresada nos muestran una práctica médica que no instrumentaliza al paciente, más bien, lo reconoce en su dignidad y sufrimiento.

En esta línea, su vida encarna el principio fundamental de la HumanoCiencia: el conocimiento no es un fin en sí mismo, es el medio para acercarse al prójimo y transformar la realidad con sensibilidad y responsabilidad.

Hoy, cuando la ciencia avanza a pasos agigantados, pero generalmente se aleja de la dimensión humana, el ejemplo de José Gregorio Hernández Cisneros nos recuerda que el verdadero progreso no radica sólo en la acumulación de datos o en el desarrollo de nuevas tecnologías, de igual forma radica en la capacidad de impregnar la ciencia de humanidad, ética y compasión.

Su legado nos invita a replantearnos el sentido de la ciencia en el mundo contemporáneo y recuperar su dimensión más noble: la de ser un acto de servicio y amor hacia la humanidad.

Más allá de su práctica médica y científica, José Gregorio Hernández Cisneros vivió su existencia alrededor de un viaje espiritual profundo.

Su relación con lo divino no era una abstracción, al revés, un compromiso encarnado en su día a día. Su aspiración de ingresar a la vida monástica y constante búsqueda de una vida de oración revelan a un hombre que entendía la ciencia a modo de reflejo del orden universal y, la medicina, un acto de amor incondicional.

El concepto de HumanoCiencia, en su caso, no solo implica la unión entre conocimiento y ética, es de la misma manera la percepción de la ciencia como una vía de conexión con lo trascendente.

Para Hernández Cisneros, sanar el cuerpo era sanar el alma, su dedicación a los enfermos iba más allá de la curación física; su presencia irradiaba un sentido de paz, consuelo y esperanza.

Su legado nos deja una enseñanza fundamental: la ciencia, cuando se impregna de una visión mística y trascendental, se convierte en un puente hacia lo divino, en una herramienta de transformación profunda para la humanidad.

Por consiguiente, existe una profunda relación entre HumanoCiencia y santidad, al desbordar su vida y obra el simple testimonio de la unión entre ciencia y fe, para consustanciarse en un ejemplo de vida que hoy lo lleva a la institucionalización de una santidad que no solo está basada en su devoción religiosa, sino en la manera en que integró la ciencia en su camino de servicio y entrega total al prójimo.

En este sentido, la HumanoCiencia en su máxima expresión, se convierte en un camino de santidad, donde el ejercicio del conocimiento se transforma en una forma de gracia y comunión con Dios.

Para Hernández Cisneros, la medicina no era solo una disciplina científica, representaba una vocación sagrada.

Su vida de oración, fe inquebrantable y profunda caridad hacia los más necesitados muestran la ciencia humanizada, al servicio del amor y la justicia, convertida en instrumento de santificación.

En manos de José Gregorio Hernández Cisneros, la ciencia no solo cura cuerpos, es de manera similar un medio para acercarse a la divinidad a través del servicio al otro.

En tal caso, la santidad de José Gregorio Hernández Cisneros no se limita a una fe meramente contemplativa, es una manifestación en su vida cotidiana fundamentada en un constante acto de sacrificio por los demás.

En la HumanoCiencia, la santidad no es un estado distante o exclusivo de unos pocos, es un llamado universal a vivir la ciencia con un profundo sentido de entrega y amor.

Para Hernández Cisneros, la medicina no solo debía aliviar el dolor físico, de igual modo, debe ser un reflejo del amor de Dios en el mundo.

Su disposición para atender enfermos en los momentos más críticos, su humildad al renunciar a privilegios materiales y su compromiso con la justicia social demuestran que la ciencia puede convertirse en un testimonio vivo de la fe.

La verdadera santidad, desde esta perspectiva, no radica en la mera acumulación de conocimientos, sino en la capacidad de usar la ciencia como una herramienta de transformación espiritual y social, es decir, la ciencia convergida en un acto bondadoso de amor y sacrificio.

Hoy, cuando la ciencia se encuentra en un constante proceso de especialización y fragmentación, la vida de José Gregorio Hernández Cisneros nos recuerda la necesidad de una ciencia con alma, una ciencia que no pierda de vista su dimensión ética y trascendental.

La HumanoCiencia nos invita a ver la santidad implícita en una realidad accesible a todos aquellos que, desde sus profesiones y vocaciones, eligen poner su conocimiento al servicio del bien común.

En un mundo donde la tecnología avanza sin precedentes, pero a menudo desconectada de una visión humanista, la figura de José Gregorio Hernández Cisneros nos interpela a recuperar el sentido original de la ciencia: el de ser un acto de amor y comunión con los demás.

Su legado nos muestra que la verdadera grandeza del conocimiento no está en el poder que otorga, al contrario, en la capacidad de transformarlo en un vehículo de compasión, justicia y trascendencia.

La HumanoCiencia, entonces, no es solo un concepto, es una forma de vida. Es la invitación a vivir el conocimiento con una conciencia plena, a encontrar en la ciencia un camino de santidad y hacer de cada acto de servicio un reflejo del amor divino en el mundo.

En la figura de José Gregorio Hernández Cisneros, ciencia y fe no solo conviven, se iluminan mutuamente, demuestran que la verdadera sabiduría es aquella que conduce a la santidad a través del servicio al prójimo, lo cual lo convierte en un real y verdadero: Caballero de la Fe.

Trujillo, El Paraíso, marzo, 2025.


Relación entre Rafael Rangel y José Gregorio Hernández: Vínculos y Coincidencias | Opinión



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2 comentarios :

  1. Saludos estimado Luís Javier. Interesante esa vinculación de la vida de José Gregorio y su ética humanista. Hay mucho que aprender de los místicos y Santos para rescatar lo humano en un mundo que derrumba los valores fundamentales
    Te acompaño en ese desafío, porque es eso. Un abrazo.

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  2. Saludos al doctor Luis Javier Hernández, que belleza de artículo que describe a detalle la relación entre lo humano y la ciencia enfocando la vida y obra de nuestro venerado José Gregorio Hernández. Este escrito debe ser leído en todas las cátedras, especialmente escuelas de medicina y ciencias de la salud, porque en estos tiempos hacen falta muchos profesionales que ejerzan con amor

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