Relación entre Rafael Rangel y José Gregorio
Hernández: Vínculos y Coincidencias | Opinión
*Por Pedro Antonio Rivera Chávez.
Profesor activo del Nurr-ULA, adscrito
al Departamento de Biología y Química.
Editor Fundador
Adjunto de la Revista ACADEMIA.
Editor Adjunto del
Fondo Editorial Mario Briceño-Iragorry.
Director de
SerbiNurr.*
*Artículo de Opinión en el marco del 49 Aniversario del Nurr-ULA, conmemoración institucional en homenaje al beato trujillano Dr. José Gregorio Hernández *
El bardo chileno Neruda señalo que cada 100 años nace un bravo Capitán
y que gloria inmensa para los trujillanos poder parodiar al poeta por cuanto en
ese lapso nacen en el estado Trujillo dos bravos Capitanes simbolizados en
Rafael Rangel y José Gregorio Hernández, uno en Betijoque y el otro en Isnotú,
dos pueblos geográficamente cercanos, pertenecientes a un mismo municipio;
ambos se van a constituir en dos seres humanos valiosos y excepcionales que van
a dedicar sus vidas a un mismo ideal maravilloso como lo es el de su entrega al
servicio de la salud para los venezolanos más desposeídos colocando a la
ciencia al servicio de los demás y no como un medio específico para lucrarse,
sino para llevar el bienestar a las clases más necesitadas.
Que fértiles fueron los vientres que parieron a estos dos seres en esta comarca trujillana ya que aseguraron el de que no habrá aridez moral en este rincón de la patria.
José Gregorio nace en Isnotú en Octubre de 1864 y Rangel en Abril de 1877.
Hernández inicia sus estudios en su terruño de nacimiento y
posteriormente se traslada a la capital del País a realizar sus estudios en el
colegio Villegas, graduándose de Bachiller en Filosofía en 1884. Luego se inscribe en la UCV para
estudiar medicina y se gradúa de médico en 1888, versando su Tesis de Grado “La
fiebre tifoidea en Caracas “. Regresa a su lar nativo a ejercer medicina rural
desde donde recibe la agradable noticia de que ha sido becado para estudiar en
Paris, Microscopia, Bacteriología, Histología y Fisiología Experimental
marchando a la capital francesa y al concluir dichos estudios en 1891 regresa a
Caracas donde funda el Instituto de Medicina Experimental y el Laboratorio del
Hospital Vargas; en 1904 ingresa como individuo de numero a la Academia Nacional de Medicina ocupando
el sillón XXVIII. En 1909 renuncia a sus jornadas habituales y viaja a Italia para ingresar al Monasterio
de La Cartuja, pero debido a la precariedad de su estado físico regresa al
país, reincorporándose a sus actividades como médico, profesor e investigador y
ya repuesto de su salud, 5 años más tarde, regresa a Roma e ingresa al
Seminario, pero parece que el destino le juega una mala pasada, ya que le
aparecen síntomas de tuberculosis que lo obligan a regresar nuevamente a Venezuela,
para que al reponerse se reintegre a su rutina de trabajo acostumbrado: atender
pacientes, dictar clases y hacer investigación.
Por su parte Rangel, inicia sus estudios de primaria en Betijoque y
los de secundaria en Mérida y Maracaibo graduándose de Bachiller en Filosofía a
los 19 años.
Posteriormente viaja a Caracas y se inscribe en la UCV para estudiar
medicina teniendo como profesores a Luis Razetti y a José Gregorio Hernández;
además cursa alemán e inglés, terminando su primer año de medicina aprobándolo
con sobresalientes calificaciones.
Se matricula para cursar el segundo año de medicina y participa en el
concurso de externos del Hospital Vargas, presentando la Tesis de “Hueso Coxal”
obteniendo un loable segundo lugar con una calificación de 19 3/5, sobre una
máxima de 20 puntos. Lamentablemente Rangel abandona su segundo año de medicina
que cursaba en la UCV , dedicándose con verdadero ahínco al estudio de
Bacteriología y Microbiología en la Cátedra de Clínica Medica con el Doctor
Santos Aníbal Dominici en el Instituto Pasteur con el que va a tener una
estrecha relación de amistad y trabajo y quien le facilita su incorporación
como asistente a la sala San Vicente de Paul, donde ayuda al Doctor Dominici en
las visitas diarias a los pacientes del Hospital Vargas, lo cual le sirve de
entrenamiento para incorporarse ya en forma definitiva a la disciplina del laboratorio y se
convierte en preparador del Doctor José Gregorio Hernández, lo que le permite
conocer y perfeccionarse en las técnicas de Parasitología Microscópica, la
coloración de microorganismos, la coloración de medios de cultivo y la
inoculación de gérmenes patógenos en animales de laboratorio.
Este denodado esfuerzo asumido por Rangel le debilita y le hace
contraer tuberculosis y por sabio
consejo de su mentor el Doctor Dominici, regresa a su pueblo natal para
reponerse de su precario estado de salud; de Betijoque se traslada a la Mesa de
Esnujaque donde logra reponerse y le permite su regreso a Caracas reintegrándose
así a sus actividades habituales y convertirse en un investigador de primera
línea.
En 1902 es designado Jefe de Laboratorio de Histología y Bacteriología
del Hospital Vargas y por sugerencia del Doctor Hernández sigue como línea de
investigación el estudio de la estructura y fisiología del Sistema Nervioso. Es
precisamente aquí donde Rangel desarrolla su vocación científica con la
capacidad plena para emprender proyectos de investigación sobre problemas
locales de salud pública asesorando numerosas tesis con un alto valor y grado
científico. Investiga y descubre los agentes etiológicos de dos enfermedades endémicas:
Uncinariosis en los humanos y Derrengadera en animales.
Cronológicamente Rangel destaca entre otros los siguientes hallazgos:
En 1903 emprende el estudio de la Anquilostomiasis y describe al
Necator americanus publicando diversos artículos sobre el mismo.
En 1905 se traslada a los llanos y descubre la causa de la peste boba,
que ataca a los caballos. Así mismo describe una nueva variedad de
tripanosoma que lo denomina Trypanosoma
venezuelense.
En 1906 y 1907 estudia la enfermedad denominada “grito de las cabras”
demostrando que es el Bacillus anthracis. Como entomólogo inicia el estudio de
los mosquitos en Caracas del genero Anopheles y asesora una tesis sobre lo
mismo.
En 1908 realiza el estudio y control de una epidemia en La Guaira por
petición propia del Presidente de la República, Cipriano Castro, donde cae en desgracia por diversos
problemas surgidos durante la peste debidos a compromisos contraídos con
algunos habitantes de ese lugar de los cuales Rangel no fue el responsable
aunado todo ello la negativa de una anhelada beca en el extranjero que Rangel
aspiraba con vehemencia.
En 1909 (19 de agosto), Rangel invita a los internos del Hospital
Vargas para presentar el trabajo “Un caso de Micetoma o Pie de Madera” y al
momento de presentar las láminas en el microscopio Rangel sufre un estado
depresivo, llora y entra en un mutismo con los estudiantes y que será preludio
de un acontecimiento trágico ya incubado y próximo a desarrollarse.
Como puede observarse en lo ya descrito existen vínculos y semejanzas
entre estos dos prototipos de personas consustanciadas con su pueblo y que
constituyen sin lugar a dudas verdaderos y tangibles iconos trujillanos.
Ambos padecieron síntomas de tuberculosis que los obliga a suspender
sus propósitos y rutina de vida, así como compromisos e ideales de vida que no
pudieron alcanzar.
Trabajan juntos en el mismo Laboratorio: Hernández como Profesor de la
Catedra y Rangel como su exitoso y
aventajado asistente.
Ambos fundaron y dirigieron laboratorios donde realizan sus propios
trabajos de investigación
A Rangel se le considera el Padre de la Parasitología en Venezuela y a
Hernández el Fundador de la Bacteriología en Venezuela y pionero de la Medicina
moderna en el País.
Ambos salen de su lar nativo a formarse como médicos. Hernández se
gradúa, ejerce su profesión y luego se dedica a la docencia y a la
investigación mientras que Rangel inicia
la carrera de medicina, la cual abandona cuando cursaba el segundo año, para
dedicarse a la investigación y a la docencia.
Ambos mueren trágicamente en Caracas: Hernández a los 55 años y Rangel
a los 32 años.
Rangel es llamado por el Doctor José Vicente Scorza el “Niño Nacional”
y Hernández es llamado por el Doctor Edgardo Malaspina “un científico en la
inmortalidad de los altares”.
Ambos dedicaron su vida al servicio de la salud de los sectores más
desposeídos y se caracterizaron por su austera vida personal.
Ambos transitaron hacia mejores metas y hacia el logro de los más
caros anhelos resurgiendo todo el caudal de buena voluntad y de principios
éticos que fue la impronta de sus vidas.
Ninguno de los dos fueron masoquistas de la frustración y la
desesperanza ya que cultivaron con creces la fe y el optimismo.
Ambos entendieron que Venezuela es un suelo generoso para depositar
semillas y poseedora de aulas universitarias para sembrar lecciones y programas
completos para ir hacia el desarrollo.
Hernández y Rangel comprendieron mejor que nadie que la democracia del
trabajo no conoce ni fronteras ni límites. Es el momento de emular los más
prístinos principios de estos dos arquetipos y pese a que en este momento
existe una gran angustia venezolana motivada a la pandemia que nos acecha y al
desmedido ataque de un gobierno que nos acorrala y nos sume en la más penosa
frustración , que no es otra, que la angustia del porvenir, declarada por todos
con preocupación, tanto en las esferas oficiales y en la vida privada, asoma un
claro temor de inseguridad, como si el país fuese a fracasar en los tiempos inmediatos. Pero como el ave
fénix resurgiremos por cuanto Venezuela es un país de primera, que la hazaña
libertadora sigue teniendo vigencia, y que todos los que sentimos la fibra
intensa de bolivarianidad estamos decididos a agotar nuestros recursos vitales
como lo hicieron Hernández y Rangel para que Venezuela emerja y se consolide
como la gran nación merecida por la historia y la cultura, ya que tiene un
rostro sano y porque Venezuela es una adolescencia de esperanza.
La obra común de Rangel y Hernández no solo tiene vigencia, sino que
debe ser una lección diaria para todos, una doctrina cotidiana para entender el
sentido cabal de la patria como tarea de venezolanidad, de caminos y de
realizaciones.
Rangel y Hernández tienen en común ser trujillanos auténticos y
constituyen la representación de la integridad del hombre trujillano, vista en
su conducta existencial que fue una sola ascendencia vertical. Ambos lucharon
por la seguridad social y el bienestar colectivo de los que tienen menos.
El mundo ha sido fiel testigo de grandes sacrificios de hombres
significativos, los que al comprobar con impaciencia que sus ideas no son
tomadas en cuenta prefieren alejarse del escenario social para observar desde
esteros de silencio las grandes hecatombes que se producen en los pueblos mal
gobernados, por tiranos y reyezuelos que se creen amos del mundo sin conocer la
estrechez de su visión política, ni la incapacidad intelectual manifiesta que
los caracteriza. En otro sentido, la inmolación viene dada por la maldad y la incomprensión humanas, que dictan
sentencias absurdas en hombres en posición de destino, nacidos para grandes
ejecutorias universales. De esta manera se dio el drama de Berruecos como el
impío asesinato del “Abel de América”, hijo predilecto de la gloria del
Libertador, el Mariscal de Ayacucho, cuyos solo sus títulos como vemos, sirven
para definirlo; y en la historia lejana vemos a Bruno, inmolado en la hoguera;
a Sócrates lo obligan a tomar la cicuta; Rangel es forjado a la trágica
determinación del envenenamiento y Hernández perece en un absurdo accidente
automovilístico, perdiéndose de esa manera a dos hombres y dos obras de postín
científico para Venezuela.
Ambas muertes truncaron la posibilidad de quien sabe que valiosos
hallazgos científicos hubieran podido haber producido esas dos mentes febriles
en el campo de la investigación médica, bacteriológica y parasitaria que se
tradujese en el mejoramiento de las condiciones sanitarias y ambientales del
país, ahorrando por consiguiente muchas vidas inocentes que no pudieron
sobrevivir debido a las mismas, sobre todo en las zonas más vulnerables y
desposeídas de la acción oficial.
Prueba de ello es lo que señalaron de esos iconos dos conocidos venezolanos: el Doctor José Vicente Scorza dijo “la época dorada para la Parasitología en Venezuela fueron los años en que Rafael Rangel ocupa la jefatura del Laboratorio del Hospital Vargas. No ha habido en el País genio individual que lo emule”. De José Gregorio Hernández nos señala el Doctor Leopoldo Briceño Iragorry “José Gregorio fue médico por mandato de su propia vocación, lo fue para hacer del ejercicio de la medicina el camino seguro de llegar al corazón de los necesitados y combinar con la grandiosidad del místico los efectos beneficiosos de las drogas y el poder consolador de la oración”.
Rememorando
la historia del Nurr al arribar a sus 49 años | Opinión por el profesor Pedro Rivera
Chávez
Los trujillanos Rafael Rangel y José Gregorio Hernández hicieron
importantes aportes científicos en Venezuela |
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