Sobre José Gregorio Hernández, un apostolado
creador humano | Opinión
*Alí Medina Machado,
Profesor y Cronista del Nurr-ULA*
*Artículo de Opinión en el marco del 49 Aniversario del Nurr-ULA, conmemoración institucional en homenaje al beato trujillano Dr. José Gregorio Hernández*
Hay personajes que marcan, de los que podemos decir...´´su vida la
entendió...´´Al pronunciar este sintagma, ya uno sabe que fue una persona
meritoria, un alto espíritu, un robusto carácter y otras aposiciones
calificadoras. Personas que marcan una huella de luz. No en balde podemos decir
de José Gregorio Hernández esto y muchas cosas más. Él desde su existencia por
siempre ha marcado una huella de luz. Es una huella en plenitud.
Es un personaje histórico para una historia total. Un personaje
múltiple desde todas las miradas. Cómo miró su propia plenitud. Lo vemos por
fuera en distintas imágenes que le ha ido construyendo el tiempo; pero lo más
importante, lo vemos por dentro, en el campo infinito de su pensamiento, de
´´los valores espirituales que elevan y ennoblecen su calidad de hombre´´.
(Brems).
Cubrió el Doctor Hernández un magisterio de servicio. Por eso marca.
Por eso podemos decir: su vida la entendió. Su obra total, vasta obra,
estuvo cargada de un apostolado humano creador. De ahí su pertinencia para la
ciencia y para la virtud, Para la ciencia si lo vemos como un médico de una
gran proyección. Para la virtud si lo vemos con esa aureola de
santidad que se la ha ido colocando el tiempo: Un siglo, y otro
siglo total y éste naciente todavía que le viene dando el virtuoso portento de
la santidad, la que sabemos está cerca ya...La esperada canonización de José
Gregorio se vislumbra como uno de los mayores triunfos de la venezolanidad, sin
duda alguna, porque él nació y vivió predestinado para esa canonización, para
ese estado grande en la esperanza hasta ahora, y en la certidumbre dentro de
poco tiempo.
Uno se encuentra en la cotidianidad con José Gregorio. Lo abreva en
cada parte, en muchos escenarios. Es una figura social de múltiples
representaciones icónicas. Su estampa multiforme está en todas direcciones y en
todas posiciones, entre el blanco y el negro, no para diferenciarlo sino para
significarlo en su condición de hombre de ciencia y de hombre humanista: lo blanco la
ciencia, lo negro lo académico, que ambas condiciones las asumió y en ambas
desbordó las virtudes de Dios, como vamos a ver.
José Gregorio es un personaje que llena, y por eso tiene trascendencia
y plenitud. Es una lección de vida por donde se le mire y se le estudie. Con él
uno se llena de una gran conciencia humana. Su lección lo hace entender a uno
la vida, lo que es la vida humana como una gran conjunción exterior física, e interior
psicológico: los dos mundos del hombre entendidos y
practicados con la fuerza de un convenio de que la existencia es un contenido
que Dios provee para querer y ser, no de los que quisieran sino de los que
quieren; duros para asumir los riesgos y blandos para
enseñar las bondades
José Gregorio entendió la esencia del ser humano, profundizó en sí
mismo, por lo que dio un inmenso soporte a lo que es vivir, fundamentalmente
desde la perspectiva espiritual. En él no sólo se visualiza el individuo
cargado de profundos conocimientos científicos, sino también de harta fortaleza
interior, acervo moral que ayuda a conceptualizarlo como un ser paradigmático
de valores humanos integrales. Hernández, como otros ciudadanos de excepción,
logró esculpir una gran obra en el muro del tiempo durante su vida física. Y
esa obra propicia ha llevado a generaciones de todos los tiempos advenidos, a
presentarlo como un ciudadano modélico y apropiado, digno de ocupar un puesto
en el altar de los santos, ´´ese premio que le vale de corona, de premio
definitivo´´.
Guía de ascensión que enseña a los demás. Es para nosotros una cosmovisión cristiana: que enseña familia, mucho amor y doctrina social, entre otros postulados evangélicos. Sobran los argumentos para estas aseveraciones. Se lee su biografía y se descubre un rumbo de vida.
El NURR en la
antesala de su cincuentenario | Opinión por el profesor Alí Medina Machado
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