José Gregorio Hernández Cisneros, Voluntad y Fe en un caballero de Dios

 

Clase Magistral: José Gregorio Hernández Cisneros,

Voluntad y Fe en un caballero de Dios

Al iniciarse formalmente la cátedra, el Dr. Luis Javier Hernández Carmona ofreció la clase magistral en la sede de investigación y postgrado del NURR-ULA (Foto: GL)

 

Por: Dr. Luis Javier Hernández Carmona

ULA-LISYL

Trujillo, Carmona, 2 mayo, 2025

Instalación de la Cátedra Libre e Itinerante

José Gregorio Hernández, Caballero de la Fe,

en el NURR.

 

Siendo consustancial con los objetivos fundamentales de la Cátedra Libre e Itinerante, José Gregorio Hernández, Caballero de la Fe, del LISYL, esta disertación, apunta hacia una dirección hasta ahora no reflexionada en tormo a la figura de José Gregorio Hernández Cisneros, cuyo soporte está centrado en la voluntad a regir sus actos en la complementariedad de la vida de un hombre a convertirse en Ser-Extraordinario que trasciende los planos terrenales para asirse a una dimensión trascendental representada por la santidad, a más de un reconocimiento por la Iglesia Católica, la materialización de una acción de vida edificada desde los pilares de la ciencia y los estamentos de lo humano.

Fe y legado en José Gregorio Hernández Cisneros:

José Gregorio Hernández Cisneros (1864-1919) no solo fue un médico brillante y un científico dedicado, sino también un hombre profundamente espiritual cuya vida ejemplifica una poderosa convergencia entre la voluntad humana y la fe religiosa. Su figura trasciende el ámbito científico para convertirse en un símbolo de servicio desinteresado, don de ciencia y fe no se contraponen sino se complementan. A través de su vida y obra, descubrimos a través de su filosofía de la voluntad, se manifiesta en su accionar como un auténtico caballero de la fe.

En tal sentido, en 1912, a través de su libro Elementos de Filosofía, propone una redimensión del pensamiento y la acción humana hacia una sana filosofía a modo de oponer frente a la materialización y deshumanización, los ideales consustanciados en el sentir como manifestación sublime del hombre, al respecto nos dice:

Pero la inteligencia humana ha sido creada para la verdad, por consiguiente, el reinado del error tiene siempre que ser efímero. Pasada la ofuscación producida en los espíritus por los grandes adelantos materiales con los cuales la ciencia experimental ha cambiado la faz del mundo, es de creerse que habrá de producirse muy pronto el triunfo de la sana filosofía, la cual enseña al hombre, en verdad, a procurarse la civilización material, pero sin olvidar que sus destinos son mayores que los terrenos, y que tiene el deber de dirigir sus aspiraciones también a lo ideal y a lo infinito.

Para él, los destinos están más allá de la simple materialidad, y dentro de estas consideraciones de sana filosofía, podemos ubicar esa inclinación romántica de José Gregorio Hernández que lo lleva a trascender a partir de las reflexiones filosóficas y los textos místicos-literarios, al buscar el acercamiento a través de la palabra con esa realidad establecida como una dimensión paralela al ejercicio científico y profesional.

Una concepción que lo lleva a configurarse dentro de la filosofía de la voluntad a manera de motor humano. Centrada en la facultad humana de desear, elegir y actuar con intención. No limitada al simple deseo, sino que abarca la fuerza interior e impulsa a la persona a perseguir fines, superar obstáculos y dar forma a su propia existencia.

Esta filosofía de la voluntad es el escenario para el encuentro de diversas corrientes filosóficas, entre las cuales podemos mencionar a algunos pensadores que han abordado la voluntad desde diferentes perspectivas: el voluntarismo metafísico de Schopenhauer, el voluntarismo psicológico de Wundt, el existencialismo de Nietzsche y Sartre, y la filosofía de la acción. Esto con la finalidad de hacer énfasis en la recurrencia argumental en José Gregorio Hernández Cisneros como un intelectual adelantado a su época.

Enfocada desde esta perspectiva, la voluntad, más allá de la mera acción, adquiere una dimensión moral cuando se orienta hacia el bien, la justicia y el servicio a los demás. Es aquí donde la figura de José Gregorio Hernández comienza a resonar con fuerza, al descubrirse novedosas rutas de interpretación para el engrandecimiento de esta singular y extraordinaria figura.

En esta filosofía, descubrimos la fuerza silenciosa del santo: la voluntad de un caballero de Dios que al definir las dimensiones espirituales del hombre, involucra tres elementos a saber: inteligencia, imaginación y voluntad, al respecto nos dice:

Al más ligero examen, observa el hombre en su espíritu varias operaciones que suceden alternativamente; de donde se deduce que hay en él varias facultades: la facultad de conocer o pensar que se llama inteligencia; la facultad de inventar, que denomina imaginación; la facultad de querer que nombra voluntad. 

De allí que, esta concepción hermenéutica nos lleve a asumir un Filosofar para sanar dentro de sociedades profundamente deshumanizadas, materializadas, enfermas. Sociedades donde el "querer" colectivo se desvirtúa, enfocado en la acumulación egoísta, la corrupción, la injusticia o la indiferencia ante el sufrimiento ajeno. En este escenario, el manantial de la voluntad social se contamina, generando un "poder" que no construye, sino destruye el tejido social.

Ante estas demoledoras circunstancias, la voluntad no es un mero deseo vacío, es el motor poderoso para desarrollar capacidades y ponerlas al servicio de los ideales. El "querer" sanar y aliviar el sufrimiento se traduce en el "poder" efectivo de la acción trascendente. Su vida representa una voluntad enfocada en el bien para movilizar todas las dimensiones del ser en la generación de un impacto transformador.

Y precisamente, una sana filosofía, bebe de esta misma fuente: alinea el anhelo del corazón con la acción decidida, no para la mera acumulación de poder egoísta, sino para la construcción de un bien mayor. Es la voluntad enfocada en la virtud, donde el querer dar florece en el poder de transformar. En esa armonía reside la profunda sabiduría para vivir en José Gregorio Hernández Cisneros.

Para quien la filosofía fue una práctica de vida y, la vida, la oportunidad de construir una filosofía surgida de la cotidianidad y la manifestación de la voluntad a manera de sostenimiento en el mundo terreno con la mirada siempre puesta en la trascendencia representada por la presencia de Dios en su existencia. Nunca admitió la vida sin una filosofía, es ella quien permite su conversión de hombre ordinario en cultivado, tal cual queda planteado en la siguiente afirmación:

No es la filosofía el patrimonio de una época o de un pueblo. El hombre desde los tiempos más remotos de la historia comenzó con ahínco esa labor tenaz de la investigación y del estudio de la naturaleza, movido por el estimulante deseo de conocer a fondo las razones de todo lo que le rodea, ahondando de preferencia las cuestiones referentes a su origen, al papel que le toca desempeñar en el mundo y su fin. 

Filosofía y vida desentrañan incertidumbres, crean posibilidades para el autoreconocimiento, orientan por los caminos y destinos del hombre. Particularmente a él, lo guió hacia los senderos del bien para reconfigurar una voluntad orientada al bien, representada por la vocación y determinación manifestada desde temprana edad, pues José Gregorio demostró una firme voluntad para perseguir su vocación médica y científica. A pesar de las limitaciones propias de la época, su determinación lo llevó a estudiar en Caracas, para luego especializarse en Europa.

Ello aunado a la resilencia a la adversidad. La vida de José Gregorio no estuvo exenta de desafíos. Sin embargo, su voluntad firme le permitió superar obstáculos, mantener su compromiso y seguir adelante con su labor incluso en momentos difíciles. Actitud que lo llevó a superar las enfermedades y el dolor físico, pero también, los avatares de la vida espiritual y sus deseos por entregarse a la vida religiosa.

De la misma forma, Su voluntad se manifestó de manera profunda en su incansable dedicación al servicio de los enfermos, especialmente los más pobres y desamparados. Su consultorio y su labor en el Hospital Vargas fueron escenarios de una entrega generosa y desinteresada. Además de la entrega y conversión a través de la fe para ser instrumento de bien y sanación.

Esta sólida estructuración alrededor de una filosofía de la voluntad, su filosofía de la voluntad, sostiene la calificación que desde esta Cátedra Libre e Itinerante, le hemos dado: la de Caballero de la fe, donde la fe es el pilar fundamental de su vida, acción y obra, una fe práctica, materializada en las virtudes, el servicio al prójimo y la entrega como expresión concreta al amor a Dios, lo que lo lleva a convertirse en un superhombre Cristiano, puesto que, para José Gregorio, la voluntad humana encontraba su más alto sentido y dirección en la fe. Su entrega a los demás no era solo un acto de filantropía, sino una expresión concreta de su amor a Dios manifestado en el prójimo, combinando la fortaleza de la ciencia y confiando en la providencia divina.

En esa unión de razón y fe; ciencia y Dios, la voluntad se convierte en el puente a unirlas en un principio fundamental de vida y obra por medio de la búsqueda incansable del saber médico con propósito humano, la vocación integrada de científico y Cristiano, hombre de fe y profunda convicción mística. Además de esta fe como enmarque moral y virtuoso para su acción de vida, en la cual, la voluntad actuaba como el nexo a integrar estas dos esferas de su existencia. Su fe fortalecía su compromiso con la medicina, infundiéndole un sentido trascendente a su labor, mientras su práctica médica era la forma tangible de vivir su fe.

Esta significativa particularidad, hace de José Gregorio Hernández Cisneros, un precursor de la HumanoCiencia, el conocimiento más allá de la simple racionalidad o práctica científica. Una práctica representada por la rigurosidad del ejercicio científico junto a la dimensión humana, para de esta forma, reconocer la trascendencia tanto en las necesidades físico/orgánicas como espirituales/trascendentes y el logro de una sanación integral.

José Gregorio anticipó lo que hoy podríamos llamar HumanoCiencia: un enfoque que integra la rigurosidad del método científico con una profunda comprensión de la dimensión humana. No veía a sus pacientes como meros casos clínicos, sino, personas sufrientes con necesidades que iban más allá de lo puramente físico, instrumentos para alcanzar la santidad.

Esta práctica voluntariosa de José Gregorio Hernández se convierte en el eje que conecta su ejercicio de la ciencia (su "HumanoCiencia" avant la lettre) con su rol de "médico de las almas". Una Ciencia con Rostro Humano: al aplicar el conocimiento científico con un propósito genuinamente humano lo alinea con la idea de la HumanoCiencia. No veía a sus pacientes como meros objetos de estudio o casos clínicos, sino como personas sufrientes con necesidades que iban más allá de lo puramente físico. Su rigor científico estaba siempre imbuido de una profunda empatía y una voluntad de aliviar la angustia en todas sus dimensiones.

La Voluntad de Trascender la Enfermedad Física: a modo de "médico de las almas", José Gregorio comprendía que la enfermedad física a menudo está entrelazada con el sufrimiento emocional y espiritual. Su voluntad de servicio lo impulsaba a ofrecer consuelo, esperanza y apoyo moral a sus pacientes, reconociendo la importancia de la dimensión anímica en el proceso de sanación. Esta voluntad de abordar la totalidad del ser es un sello distintivo de un "médico de las almas".

La Fe, el Fundamento de la HumanoCiencia Personal: Su profunda fe proporcionaba el marco ético y la motivación intrínseca para su "HumanoCiencia". Su voluntad de servir desinteresadamente emanaba de su amor a Dios y al prójimo, una convicción espiritual que trascendía la mera obligación profesional. Esta dimensión espiritual enriquecía su práctica médica, convirtiéndola en una verdadera vocación de ayuda integral.

El Legado de un Enfoque Holístico: El legado de José Gregorio Hernández nos invita a reflexionar sobre la importancia de una medicina que abarque la totalidad del ser humano. Su voluntad de integrar la ciencia con la compasión y la dimensión espiritual resuena con la necesidad actual de una "HumanoCiencia" que no descarte la subjetividad, las emociones y la búsqueda de sentido en el proceso de salud y enfermedad. Su ejemplo como "médico de las almas" nos recuerda que la verdadera sanación va más allá de la curación física.

En síntesis, la voluntad de José Gregorio Hernández actuó como un catalizador para una práctica médica que anticipó los principios de la HumanoCiencia y lo consagró en el imaginario popular como un verdadero "médico de las almas". Su dedicación, impulsada por una fe profunda, lo llevó a ejercer una ciencia con un rostro humano y a atender las necesidades físicas, emocionales y espirituales de sus pacientes, dejando un legado imborrable de servicio integral.

Esta vida y obra cimenta el legado de una voluntad trascendente a consolidarse a partir de su muerte en 1919, a transitar el camino de la santidad para transfigurarse en el Caballero de Dios cuya voluntad, guiada por la fe y orientada al servicio, trascendió su existencia terrenal. Lo cual, implica su reconocimiento por la Iglesia Católica y este año, el recién fallecido Papa Francisco firma el decreto de canonización. Pero antes de esa protocolización eclesial, ya el pueblo lo ha reconocido santo, ya son más de cien años de la devoción de un pueblo fervoroso y agradecido.

El legado de José Gregorio Hernández perdura como un llamado a construir puentes entre ciencia y fe, entre conocimiento y compasión. Su ejemplo nos recuerda el poder transformador de una voluntad humana alineada con principios éticos y espirituales, para generar un impacto positivo y duradero en la sociedad.

En tal sentido, José Gregorio Hernández Cisneros encarnó una filosofía viva donde la voluntad de servicio, lejos de ser un mero impulso, se erigió como la fuerza activa del espíritu, intrínsecamente ligada a una fe profunda que trascendió lo terrenal. En esta unidad indisoluble, el querer virtuoso se manifiesta como poder transformador, demuestra que la auténtica capacidad humana reside en la acción desinteresada inspirada por la convicción trascendente, que lo ha llevado por los caminos de la santidad.

En síntesis, José Gregorio Hernández Cisneros, fue un romántico que intentó unir lo científico y lo humanístico a través de la sensibilidad trascendente de los sujetos, en la asunción de diversas posicionalidades o ciudadanías –a saber: lo íntimo, lo científico, lo humano y lo místico– desde su quehacer cotidiano. Y eso lo hace: un caballero de fe; un caballero de Dios en la tierra y los cielos….

…Muchas Gracias…

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(Foto: Carlos Cegarra)

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