NURR–ULA: GÉNESIS Y TRAYECTORIA DE UNA UNIVERSIDAD
Prof.
Alí Medina Machado
Fotografgía Alfredo Zambrano |
EXORDIO
La
Universidad en Trujillo desempeñará una gran labor social, por el papel que
representará dentro de la vida regional en su conjunto. Tendrá a su cargo un
amplia labor de formación de recursos humanos superiores, labor que le es
propia; una tarea de difusión de la cultura, una función
rectora de la enseñanza superior, desenvuelta en la capacidad de dirigir, organizar
y desarrollar. Una labor promotora de la investigación a los más altos niveles.
La Universidad realizará una función muy importante: la cooperación en el
estudio y en la revelación de las realidades y de los estados de consciencia
colectivos, para poder servir a la comunidad en la mejor forma. Estas aseveraciones
las dijimos hace cuarenta y cinco años. Hoy puede verse que estuvimos en lo
cierto, cuando se comprueba que el Núcleo “Rafael Rangel” de la Ilustre
Universidad de Los Andes, es el más grande
patrimonio del estado Trujillo en toda su historia, innegablemente.
El
Núcleo Universitario de Trujillo, dependiente de la Universidad de Los Andes, nació
hace casi medio siglo, como consecuencia de una sostenida campaña cívica
institucional, adelantada por sectores representativos de todo el estado y del
pueblo de Trujillo entero. Conseguir
esta importante institución universitaria no fue nada fácil. Nunca los
pueblos consiguen sus reivindicaciones con
facilidad, menos nuestra entidad, que pareciera tener un estigma histórico que le
niega sus derechos. Sin embargo, la Universidad para Trujillo, el estado, se
logró. Ella es una palpable realidad en medio de nosotros.
Fue
una tarea gigantesca que se cumplió en
aquella fecha, entre los años 1971 y 1972, llevada por la acción heroica que
significó la presencia de un pueblo en el sagrado recinto del Aula Magna de la ULA, en la ciudad de Mérida, que abrió los ojos sorprendida ante
una marcha de trujillanos que fueron a aquella ciudad en una caravana cívica para pedir una extensión de la Universidad
para sus hijos. En aquella jornada participaron instituciones, personalidades y
un pueblo común aglomerado. Alegría y estupor produjo aquella marcha por las calles
de Mérida. Un pueblo congregado pidiendo una universidad para que estudiaran
sus hijos, un pueblo que amaneció en la calle, frente al Rectorado, que
abandonó su trabajo, que pasó dificultades, que dejó solas sus casas, para invocar
ante las autoridades universitarias, la
necesidad de una extensión de la ULA para Trujillo. La Universidad tenía
moralmente que dársela. Y se la dio,
aunque no se crea que hubo facilidad alguna en aquel trance. Hoy, a tantos
años, vemos activa y altiva a la universidad entre nosotros. Pero los inicios
fueron penosos, muy penosos. Fue un acto generoso y un proceso traumático,
pudiéramos decir.
Después,
su instalación y su definición. Hubo
muchas dificultades para su instalación. Dificultades y trabas internas y
externas. Factores e intereses en juego, como siempre. Los que estaban a favor
y los que estaban en contra. Hasta aparecieron malos hijos en Trujillo y en
otras latitudes para impedirla. Hubo maniobras, pero nunca dieron resultado.
Esta Universidad era inexorable para Trujillo. Ella vendría, como efectivamente
vino a establecer la vida universitaria entre nosotros. Ella es génesis de la
verdadera Universidad. Desde ella comenzaron a formarse las otras universidades
que hoy se riegan sobre el suelo trujillano. Ella es el alma mater de nuestra
educación superior, por más que antes en
el tiempo hubo esbozos, leves arranques de manifestaciones esporádicas, algunas prolongadas en el tiempo, como la Escuela de Ciencias Políticas
de Trujillo, dependiente por cierto de la ULA, pero en el fondo no tuvieron una
verdadera vida institucional.
El
NUT, Núcleo Universitario de Trujillo, así se llamó durante los primeros cinco
años, cuando en abril de 1977, en
Betijoque, hubo una disposición de las
autoridades universitarias para designarlo
con el nombre de “Rafael Rangel”, epónimo de grandeza y prestigio definitivo
por la secularización de los años, porque esta institución está sembrada
profunda y perdurará en el tiempo para siempre.
Por
aquellos años la Universidad seguía adelante. Batalladora, como siempre ha
sido. Se le cercó económicamente, negándole un presupuesto acorde con su
programación. Hubo momentos en que sus profesores quisieron trabajar Ad –honorem, porque no había recursos para pagarles
los sueldos. Menos los había para desarrollar los programas de investigación y
extensión. Sin embargo, la Universidad investigó y desarrolló jornadas de extensión.
Firme en sus propósitos quería enfrentar los retos y superarlos. Otro problema
haría su aparición, la falta de una definición académica. Los estudiantes no sabían a ciencia cierta lo que estaban
estudiando, ni si sus estudios serían reconocidos por otras universidades
nacionales. Es porque hubo dificultades, que el tiempo las fue borrando a
medida del crecimiento institucional.
Pero, de que las hubo, las hubo. Se pensaba
que sin definición académica los estudiantes se mostrarían reacios a adelantar
estudios en su seno. Pero los estudiantes fueron sabios y retaron los imponderables. Cientos de profesores
y estudiantes lucharon por la definición del
Núcleo. Y más temprano que tarde sintieron la satisfacción de aquel esfuerzo al
ver aparecer el documento legal que
definía académicamente a la
institución y el cabal reconocimiento de
sus estudios. Debemos creer en los estudiantes.
Siempre
que se hace una rememoración de la existencia
del NURR, debe comenzarse por nombrar a los dos grandes gestores de la
institución. Hay que hacerlo como reconocimiento moral. En aquel proceso
genésico estuvieron en primer plano, el
doctor Antonio Luis Cárdenas, quien delineó la estructura primaria del NUT, y
fue su primer Coordinador General, y el doctor Pedro Rincón Gutiérrez, Rector
Magnífico, firmante del decreto de creación de la institución. Ellos dirigieron
dignamente el inicio del proceso de la institución. Cinco años más tarde, en
diciembre de l977, ambos ocuparon el
primer plano en el solemne acto de Graduación de la Primera Promoción del Núcleo, el doctor Rincón Gutiérrez como
Rector, y el doctor Cárdenas, como Padrino de aquella promoción. Vieron de esta
manera tan memorable realizado su sueño
también memorable por su trascendencia.
El NUT, fue creciendo cada día, y haciéndose
más importante para la comunidad regional. La juventud colmó sus aulas en la ya estrecha e incómoda
sede de Carmona. La Universidad, por igual, contrató personal profesional de variadas especializaciones, además de la
planta profesoral con que la dotaron las autoridades rectorales. Recibió progresivamente aquel caudal humano de
ciencia y humanismo, hombres y mujeres universitarios de sólido prestigio
académico y de connotada capacidad moral.
En la historia de las instituciones hay que
estarles extrayendo sus documentos originarios, no sólo como práctica de una
rememoración o para la celebración, sino para ir repensando lo atinente a la
misión y visión del organismo, del mismo modo que averiguando sus contenidos
con fines de refundar sus postulados y tratar de llevarlo siempre por la
senda que le impusieron sus fundadores o
creadores. En el caso del NURR, en su mismo documento de creación hay un
conjunto de disposiciones importantes sobre su razón de ser, y de lo impuesto
en sus atribuciones dictadas para irlas ejecutando en su destino ulterior, como
ha sido casi en su totalidad.
Con
algunos antecedentes históricos, Trujillo presentó abiertamente sus cartas para
que la Universidad de Los Andes, viniera
a instalarse en su ciudad capital y en otras ciudades del estado, tal como se
hizo en Trujillo, básicamente, aunque
todavía a esta fecha, 44 años después, sigue pendiente el propósito de instalarse
también físicamente en otras ciudades, en Valera y Boconó, primordialmente,
aunque reiteradamente se han anunciado extensiones en cada una de esas importantes
ciudades.
El
documento originario que gestó en esta obra el sueño de los trujillanos, fue
largo en sus contenidos explicativos, pues estuvo integrado por cinco
considerandos, cada cual más explícito a
los fines con que nacía la institución. El decreto fue regando en su extensión
los fundamentos que explicaban su razón de ser, los pormenores de su funcionamiento,
exégesis asertiva de una pasión vivida por todos los concurrentes que quisieron
estar en el proyecto, dentro y fuera de
la Universidad, pues el Núcleo en su gestación
fue un inmenso diálogo colectivo, una voz múltiple y unívoca, dentro de
una pluralidad de aportes y de acuerdos
atados al final en el texto del histórico documento creador, firmado en
la también histórica casona de la proclama
y del armisticio; de la guerra y de la paz, en esta nueva proclama surgida en los meses mediados de l972,
convertida desde entonces en este cuerpo
universitario de ciencia y humanismo que ha venido siendo el NURR de la ULA, o mejor La
Universidad de los Andes en Trujillo, la Universidad del estado Trujillo, ya que esta condición
titular es innegable y comprobable también
de efectuarse un severo análisis de su trayectoria formadora y transformadora.
Lo
cierto es que el documento fundador
asienta que: “Una de las funciones
primordiales de la universidad es abocarse al estudio y solución de los problemas que afectan al país y, en
particular, atender a las necesidades del desarrollo económico-social y cultural
de la región de Los Andes y sus zonas de influencia”. Y aquí está sustentado el
ideario casi total de la función de la
universidad entre nosotros. Trujillo fue y es parte sustantiva de la región de
Los Andes, por lo que era una obligación de la universidad funciona en nuestro estado. Venir y establecerse como
un ideario y una práctica de acción de sus fundamentos y responsabilidades propias,
a través de la docencia, la investigación y la extensión y difusión. Ser moralmente
generosa con su propia razón de ser, con lo que la define y le da carácter. Por
eso aquellos considerandos hablaron en extenso de esas funciones primordiales.
Y en eso, prioritariamente, ha pasado el tiempo, largo tiempo de cuarenta y
cuatro años este núcleo universitario entre nosotros, ayudando tenaz y
eficazmente a solucionar los altos
índices negativos de desarrollo de la entidad, pues ninguna institución como la
universidad tiene capacidad de percibir con claridad ese grave problema y
ayudar con todas sus fuerzas a solucionarlo. El NURR ha sido un vehículo de
integración. Esto es comprobable cuando
vemos la realidad regional de hoy, muy
distinta a aquella de hace cincuenta
años.
¿A
qué vino la ULA a Trujillo por medio del NURR?
A vencer las sombras. La universidad vino para ayudar a luchar
contra los males y las carencias ancestrales del estado, por medio de la
instalación inmediata de un medio de
formación y de capacitación de recursos
humanos a los más altos niveles
profesionales como efectivamente los ha estado formando en estas
cuatro décadas largas de funcionamiento ininterrumpido. “La formación de recursos humanos como medio
para salir del subdesarrollo e integrar
básicamente a os jóvenes a la vida universitaria en sus aspectos
profesionales y técnicos, así como
también impulsar programas de
investigación orientados a la búsqueda
de soluciones eficaces a los problemas prioritarios de esta comunidad”. Por
otra parte, “había de atenderse la regionalización, término complejo y muy manejado, como factor
de primera línea para la integración y
para formar una imagen peculiar de esta región importante del país, a la zaga
del desarrollo por los factores históricos conocidos, pero aún más, por la incompetencia
ancestral de sus gobernantes, dirigentes, y por qué no, de su gente,
generacionalmente apática y falta de interés y motivación, por la lucha social
reivindicadora.”
La
Universidad definida por José Rolz Benett, como “una institución cultural de
educación superior, que en función de libertad, tiene como objetivos
primordiales, la plena formación de sus integrantes, la creación del saber y su
transmisión en la forma más eficaz; el fomento de las superiores expresiones
científicas y técnicas del espíritu y la reunión de sus realizaciones; el
estudio y las revelaciones de las realidades y de los estados de conciencia nacionales,
con objeto de poder servir a la comunidad en las más altas finalidades
sociales.”. Por su parte, Karl Jaspers dice:”La Universidad es voluntad de
unidad en la libertad, principio que va del hombre a la cultura y abraza la
concepción del mundo y de la vida…” Tal vez en el largo tiempo de la génesis universitaria en Trujillo, cincuenta o cuarenta años atrás, muy pocos pobladores podían digerir loa contenidos
conceptuales antes descritos; la gente del pueblo no asumió la conducta que
asumió impulsada por la certidumbre de saber qué era una universidad; su conducta
de participación la produjo más bien, la necesidad de contar con un centro en
el que pudieran estudiar sus hijos, sin la obligatoriedad de enviarlos a otras
ciudades, con las consabidas cargas materiales y espirituales, economía y
ausencia, del gasto económico que a veces no se puede hacer. Estas causas privaron
por encima de todo en aquel lejano
tiempo que año a año rememoramos en el NURR. Pero transcurridos más de
cuarenta años, ahora si pueden con propiedad
muchos trujillanos digerir y comprender los enunciados citados, por
cuanto el quehacer constructivo de esta casa de estudios, ha modelado varias
generaciones vivientes en la forma del estudio, de la formación y de la
profesionalización: ha acuñado una cultura
superior en muchos; ha dado una categoría de ser universitario a varias generaciones, los ha hecho personas
plenas en sus actos, en sus procesos, en sus actividades eminentemente
profesionales y culturales. Esta Universidad así conceptualizada está aquí en
Trujillo, la tenemos delante de nosotros mismos y de los demás. Y si hace casi
cincuenta años tartamudeábamos los conceptos más simples del conocimiento y la
cultura; hoy, gracias al NURR, seguimos aspirando a la cultura, pero de otras
maneras, con otras metodologías y procedimientos, con el arrojo de los sentidos
abiertos, formados por la institución
para percibir los órdenes
superiores de la naturaleza y de las cosas que nutren el mundo y la civilización.
Hoy, parte sustanciosas de la comunidad regional ha mejorado por causa y efecto del NURR, y por otras derivaciones
consecuenciales de su presencia en el estado. De manera que, parafraseando un
criterio de búsqueda y aspiración a la cultura, estamos en condiciones de manifestar
que ya “aprendimos a buscar con clamoroso fervor una efectiva intervención y
participación en todo cuanto en la naturaleza y en la historia, es esencial y
no manera existencial y modalidad contingentes.”
La
Universidad cobra vigencia como esencia de hechos culturales cuando forma al
individuo por la superación humana que es una de las más solícitas
preocupaciones de la Educación. En este tiempo crítico lleno de dificultades,
la empresa universitaria se torna paradójica, por el divorcio aparente entre
una función que le es inmanente, la formación de los recursos, y la incapacidad
manifiesta de la sociedad para absorber ese recurso humano debidamente preparado.
Sin embargo, la Universidad tiene que seguir adelante, sustrayendo esas contingencias
desfavorables. El reto de la Universidad es su propia existencia creadora y
transformadora del individuo y de la comunidad, como hacedora de una conciencia
social y sembradora de destinos. Así con
Mario Briceño Iragorry, decimos que: ”El
espíritu del hombre impone las innovaciones como señal de vida. El mundo, en su
marcha continua va creando símbolos nuevos
como expresión de su propia existencia. De hombres y pueblos que se
estanquen y no produzcan nuevos valores, puede decirse que ya han cerrado el
ciclo de su vida”. De modo que la Universidad como institución, tiene que ser
indetenible, y debe aportar nuevos
productos como expresiones de su existir, materializados en hombres y
mujeres preparados y aptos para la
función social, en la búsqueda constante de las metas de un mejor porvenir.
Nadie
puede negar el aporte sustancioso dado por el NURR al estado y al país. Desde
el mismo momento de su creación, esta casa de estudio ha sido formadora de
valores y de conciencia; se ha cambiado la panorámica secular de la entidad por
la formación de profesionales para los fines del desarrollo en su mejor
sentido, la educación trujillana adquiere por la Universidad nuevos enunciados
y otras perspectivas; la vida local y regional se va haciendo plena regular y
progresiva. Es innegable su aporte a las más importantes tareas de la regionalidad.
La inmensa mayoría de sus integrantes,
de cualquier nivel y ocupación han rendido suficientemente en sus responsabilidades.
Y no existe actividad importante en el estado en que no destaque su presencia.
De su seno han salido iniciativas valiosas favorables a la educación, la
ciencia y la cultura: congresos locales, regionales, nacionales e internacionales; congresos científicos y
humanísticos de relevancia y reconocimiento, simposios de literatura, congresos
de matemáticas y de física, jornadas de educación sexual, jornadas de
salubridad pública, jornadas nacionales de zootecnia, de fitopatología y de helmintología, laboratorios de diversas ciencias y
disciplinas, las reconocidas bienales de Arte Popular “Salvador Valero”, cumplidas por el museo que lleva su nombre,
investigadores, centros, grupos, laboratorios, institutos; cursos, diplomados,
especializaciones, maestrías, doctorados; innumerables hechos ciertos que han
servido para relacionar al NURR con la región y el país, en integración de
esfuerzos, con programas que corroboran la condición educativa rectora de esta
casa superior de estudio.
En
este proceso se hace necesario destacar la permanente asistencia y la decidida
aportación institucional de la Ilustre Universidad de Los Andes, génesis y
agente irradiador de la educación en la vasta región de Los Andes venezolanos:
Universidad que ha construido el tiempo cultural de toda esta porción geográfica del país, en
contactos con las más hondas vivencias y
necesidades del pueblo; prestadora de
asistencia educativa y de otros signos, como centro generador de realidades,
pero también de sueños, a todos los estratos que hacen vida social en muchos sentidos y oportunidades; ejecutora eficaz de la búsqueda de los mejores
conceptos del progreso, en plena y
definitiva consonancia con el hombre y sus aspiraciones. La Universidad
de Los Andes que ha sido el tiempo luminoso y total de Los Andes por las infinitas
realizaciones de su larga historia bicentenaria.
En
la Casa de Carmona hay una placa de
bronce. Del bronce que es toda idealidad, del bronce que es toda generosidad,
del bronce que es toda heroicidad. En esa placa sellada con el Escudo de la Universidad
esculpido en ese mismo bronce, subyace la historia de esos cuarenta y cuatro años
transcurridos, a los que habrá que sumársele
cada nuevo año en el futuro. Cómo guarda ese testimonio grabado el tributo moral de la Universidad.
Cómo contiene una placa la grandeza inabarcable de una biografía institucional.
Como hay todo un ideario de historia en ese documento broncíneo. “La Universidad
de Los Andes al Pueblo Trujillano”, dice su encabezado, porque la Universidad sabia
y heroica dedicó este homenaje al pueblo, por encima de gobiernos y de políticos;
por encima de organismos y regímenes, por encima de todo. Al pueblo, dice con
su generosidad, Y nosotros nos preguntamos, “A quién ha be neficiado esta casa
de luces en este largo tiempo si no es al pueblo, representado en los miles y
miles de jóvenes de esta tierra
regional, básicamente, que llegaron un día todos timoratos a sus aulas
para comenzar a hacerse un destino
propicio y definitivo? ¿A quién que no
sea el pueblo en primer lugar llena de
luces la Universidad?
Y
esa placa colocada en la entrada del edificio de Carmona, significa el día de
la fundación del Núcleo Universitario, que el tiempo prontamente convirtió en
la Universidad del estado Trujillo como ha venido y seguirá siendo
perennemente. Y esa placa enseña otra lección
meritoria que poco se ha dado a conocer, como es el hecho de que la Universidad
que nació en Trujillo en 1972, constituyó un “Homenaje a Don Cristóbal Hurtado
de Mendoza”, uno de los ciudadanos más egregios de Trujillo. Esto hay que destacarlo por su sentido histórico, ya que el nombre educativo de
Cristóbal Mendoza es la confluencia secular
de la educación estadal, pues fue el epónimo escogido para perennizar
aquella aura de formación e instrucción
que ha gravitado en nuestra historia regional, desde el Colegio Seminario, en la colonia; Colegio Nacional, Colegio de
Primera Categoría, Colegio Federal, Liceo “Cristóbal Mendoza”…Y le dijo Bolívar
a Mendoza: “Usted es el hombre de la
organización”. Y le dijo Cecilio Acosta más tarde: “Usted es un hombre
íntegro”…Por eso siempre debemos recordar que como un homenaje universitario a Don
Cristóbal Mendoza nació el Núcleo. Y eso poco se conoce. Pero está allí escrito
en la placa que preside la entrada de la Casa de Carmona. Y está también, por
si acaso, destacado en el propio decreto
de creación de la institución.
En
un importante trabajo titulado “La Universidad de Trujillo: Esperanza del Pueblo”, el ex Vicerrector del Núcleo Juan
Carlos Delgado Barrios, luego de citar y comentar algunos juicios sobre la situación integral de la región trujilllana, en los que señaló muchas características negativas que lamentablemente constituyen el marco
referencial de esa misma realidad, entre otras, la de tener una economía
dependiente y estancada, con altos niveles de desequilibrios socioeconómicos de la población, contradictoria
con las potencialidades naturales, culturales, históricas y espirituales de los trujillanos, situación de subdesarrollo
que se perpetúa `por las deformaciones de su estructura económica. En este
sentido, recomendó a la Universidad obrar
en el estudio de esta causalidad social y aportar todo lo que esté a su alcance
para ayudar a buscar soluciones a los problemas que mantienen la crisis. Y en esta dirección dijo: “Si creemos que la
verdadera universidad de Trujillo no se decreta, entonces consolidemos la que tenemos
en función del cumplimiento del compromiso
con esta realidad histórica a través de una actuación con óptica
transformadora, donde implementemos una praxis universitaria que permita al
participante universitario liberar sus fuerzas internas positivas, en búsqueda
de su propia autoconfiguración dentro del proceso histórico - social en el cual
se ubica, de tal forma que se produzca en él una toma de conciencia y asuma una
posición ante la vida y ante la sociedad, que lo convierta en promotor y
catalizador de los procesos económicos, sociales,
culturales y políticos, en el intento colectivo de encontrar el
verdadero desarrollo integral de nuestro pueblo… Eso dijo Delgado Barrios, y
muchos otros lo han dicho con particular interés y con vocación universitaria.
Y en muchos sentidos el NURR ha trabajado en este misma dirección, a
consciencia lo ha hecho y lo seguirá haciendo. Eso: lo seguirá haciendo,
sintagma éste muy apropiado hoy para decirle a toda la comunidad regional
que tengan confianza, que el NURR lo seguirá haciendo, porque
desde su nacimiento y durante
todo su proceso existencial, esa ha
sido su tarea y su misión: propender al
desarrollo y a la integración regional que el presente siempre reclama.
Trujillo
es voz y aliento. El NURR ha ayudado a dar voz y aliento a Trujillo. La
Universidad, esta Universidad, la siente
y la padece Trujillo en la totalidad de sus instituciones, en sus organismos y en el pueblo. La Universidad
es el rostro mismo de nuestra región, la
imagen plena, la dimensión profunda, los signos positivos. Por eso hay que
cuidar a la Universidad para poder hacer a Trujillo. Y ese es el reto que tenemos,
amigas y amigos. La Universidad es la que tiene que hacer a Trujillo. Pero Trujillo es el que tiene que hacer a la
Universidad. Ese es el compromiso, la tarea, la carga. Y ese es el reto que
tenemos, amigas y amigos.
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