Rivera Chávez: El profesor universitario es la llave
de la sostenibilidad y la capacidad nacional para crear sociedades democráticas
(Foto: Alfredo Zambrano)
Recordando el Día del Profesor
Universitario
*Por Pedro Antonio Rivera Chávez.
Profesor activo del Nurr-ULA,
adscrito al Departamento de Biología y Química.
Editor Fundador
Adjunto de la Revista ACADEMIA.
Editor Adjunto del
Fondo Editorial Mario Briceño-Iragorry.
Director de
SerbiNurr.*
No se educa cuando se imponen
conductas, sino cuando se proponen valores que motivan.
No se educa cuando se imponen
caminos, sino cuando se enseña a caminar.
No se educa cuando se impone el
conocimiento, sino cuando se despierta el coraje de ser libres.
No se educa cuando se imponen ideas,
sino cuando se fomenta la capacidad de pensar por cuenta propia.
No se educa cuando se impone la
verdad, sino cuando se enseña a buscarla honestamente.
No se educa cuando se impone el miedo
que paraliza, sino cuando se logra la admiración que estimula.
José Manuel Estrada.
Es propicia la oportunidad este 5 de
diciembre, cuando se conmemora un año más de la aprobación de la Ley de
Universidades por parte de la Junta de Gobierno provisionalmente a cargo del
país, luego del desplazamiento de Marcos Pérez Jiménez, el 05 de diciembre de
1958.
Ese tan preciado día para nosotros,
el Presidente de la Junta de Gobierno y Profesor Universitario de la UCV, Dr.
Edgar Sanabria, decreta la Ley de Universidades reconociendo la Autonomía
Universitaria en su más amplia concepción
en la que se reconoce que la Universidad debe ser autónoma y
autogobernada.Debe elegir sus propias autoridades sin influencia del poder
político, decidiendo sus estatutos y programas de estudio.
Este día del Profesor Universitario
es realmente la conmemoración de la autonomía universitaria. En 1991 es
aprobada por la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de
Venezuela (FAPUV) y el Consejo Nacional de Universidades (CNU) y constituye el
punto de inicio para solemnizar el decreto de la Ley de Universidades de 1958
(Decreto Ley No.458).
La Ley fue enmendada el 02 de Septiembre de 1970 en
el Congreso Nacional y promulgada por Rafael Caldera el 08 de Septiembre de
dicho año en el Palacio de Miraflores y publicada en Gaceta Oficial No. 429
Extraordinaria, el mismo día.
Para Patricia Gillezeau la “Autonomía
Universitaria tiene por objetivo garantizar la universalidad del conocimiento y
del pensamiento para contribuir al proceso de transformación de la sociedad”.
La Autonomía es en sí poder poder. Poder
de crear y poder de destruir. Poder para transformar, poder para involucionar.
Poder para la creación de ideologías, poder para invalidarlas. Poder para
desarrollar sociedades, poder para dominarlas.
Con ello se destaca la labor que
tienen los educadores universitarios en la formación de profesionales honestos
y con un sentido de ética permanente que todo país necesita, anhela y requiere,
así como su esfuerzo por transmitir sus experiencias y conocimientos a esos futuros
hacedores de patria con dedicación, responsabilidad, esperanza y empeño
vocacional que los ayuden a construir, edificar, moldear y desarrollar al país
que les vio nacer, crecer y desarrollarse.
La labor del Profesor Universitario
es de sumo valor por cuanto su noble misión es la de formar los individuos que
tendrán en sus manos el futuro del país.
John Steinbeck nos señala: “creo que
un gran maestro es un gran artista y hay tan pocos como hay grandes artistas.
La enseñanza puede ser el más grande de las artes ya que el medio es la mente y
espíritu humanos”.
A su vez Herbert Spencer dice: “que
el objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismo y no
para ser gobernados por los demás”.
Para el profesor universitario la
docencia debe ser considerada como la recreación y construcción del
conocimiento y debe estar en perfecta comunión con la investigación por cuanto
esta debe tener un sentido pedagógico y el problema que se podría plantear es
el de hacer docentes a los investigadores o viceversa. Todo docente
universitario debe ser un investigador profundo, apegado a los principios del
método científico, ya que según Targot “el principio de la educación es
predicar con el ejemplo” cumpliéndose el principio de que se aprende haciendo.
El profesor universitario es la llave
de la sostenibilidad y la capacidad nacional para lograr el aprendizaje y así
poder crear sociedades democráticas que estén profundamente basadas en el
conocimiento, los valores y la ética; por ello, en este día le insuflamos una
palabra amiga para que sigan como hasta ahora cumpliendo fehacientemente con
ese trabajo ético, dedicado y amoroso, aportando nuevas y renovadas
experiencias y conocimientos, jugando con el rol de formador que se traducirá
en el moldeamiento y orientación de los nuevos profesionales que han de
conducir su país que hoy exige y clama por funcionarios honestos y competentes
que le permitan alcanzar unas mejores condiciones de vida.
Pero lamentablemente la realidad hoy
en día es otra; las universidades atraviesan la peor crisis de su historia. Una
profunda crisis infernal causada por el control absoluto del gobierno que las
ha acorralado, mancillando su autonomía y sometiéndolas a diferentes tipos de
violencia: existe una violencia física manifestada por ataques de bandas
armadas oficialistas a los diferentes campus universitarios o haciéndose oídos
sordos a los destrozos que diferentes sectores carentes de escrúpulos que
impunemente roban y saquean sus instalaciones sin que los entes del gobiernos encargados
de aplicar justicia investiguen y castiguen a esos desadaptados y delincuentes;
hay una violencia legal manifestada a través de decisiones del Tribunal Supremo
de Justicia que impone reglamentos, anula elecciones, destituye funcionarios y
nombra autoridades, e igualmente existe una violencia presupuestaria que se
traduce en el estrangulamiento financiero de las casas de educación superior a
través de las reconducciones presupuestarias, a la entrega tardía o no entrega
del presupuesto para gastos y mantenimiento de ellas, así como el
desconocimiento de acuerdos gremiales como por ejemplo las Normas de
Homologación, lo cual conlleva a lo que hoy se manifiesta en forma exagerada
con la congelación de cargos y concursos desiertos ya que no existen alicientes
para que nuevos profesionales ingresen a las universidades las cuales se han
sumergido en la crisis más estoica de su existencia manifestada por la diáspora
o fuga masiva de su personal docente, ATO y obrero por los bajos salarios que
les impide subsistir.
Pese a esta hecatombe de adversidades
los docentes universitarios que aún quedan mantienen su labor docente en medio
de la precarización salarial por no percibir un salario digno (los sueldos
oscilan entre 4 y 10 dólares) por persistir en ellos un valor universitario de
vocación y de compromiso de enseñanza para quienes ingresan a sus aulas y en
medio de ese infortunio son capaces de motivar, inspirar y cambiar a ese mundo
que les circunda y rodea constituyéndose de esa manera en pilares fundamentales
de la sociedad donde conviven e interactúan pese a ser víctimas de una política
gubernamental que tiene por finalidad acabar con el pensamiento crítico.
Se hace necesario imponer un debate
académico, hoy inexistente, por cuanto la autonomía universitaria se debe centrar
en el debate político-ideológico. Por ende, reformar la universidad es
impostergable, pues ella debe estar en el centro de ese debate nacional
basada en su capacidad transformadora de
la sociedad, recordando las sabias palabras de nuestro Libertador Simón Bolívar:
“El objeto más noble que puede ocupar el hombre es ilustrar a sus semejantes”.
Los docentes que aún permanecen en
sus puestos estamos seguros que lo hacen con el más fiel compromiso de defender
la universidad, la cual debe ser como fue establecida en la Ley: autónoma,
democrática y popular reconociendo que no existe salario sino un simple
fingimiento de salario, que no se tiene seguridad social de ningún tipo para él
y sus familiares y que son ellos los que están sosteniendo la educación
superior en el país por cuanto el régimen que nos gobierna es indolente e incapaz
de asumirlo, pero sobre todo, reconociendo que la lucha por la libertad
constituye la lucha por la democracia.
A esta calamidad producida por las
políticas del Gobierno Nacional, que no permite la disidencia, se suma otra aún
más peligrosa y mortífera, que nos ha arrebatado a colegas, familiares y amigos
muy queridos: el Covid-19, pandemia que ha irrumpido por todo el mundo.
Sobre este tópico considero pertinente
en este día hacer nuestras las palabras señaladas por el Director de la Escuela
de Pedagogía de Curicó (Chile) que decía: ”en este día donde una pandemia ha
desnudado tantas brechas de vergüenza, quizás deja como esperanza precisamente
esta hermosa labor, para tratar de mejorar la sociedad en que vivimos, aunque
sea a costa de esfuerzos a los que la profesión nunca los preparo, desde el
confinamiento de sus hogares, sin la cercanía más importante de sus
estudiantes, muchas veces con sus propios recursos para pagar su conexión,
pasando horas frente al computador, tratando de motivar de una forma distinta”.
Que crudas, reales, verídicas y
actualizadas estas palabras que las podemos asociar con la situación que
estamos viviendo en nuestro país porque lo decía Rubén Alves “enseñar es un
ejercicio de inmortalidad” y lo reafirma C. Lewis “la tarea del educador
moderno no es cortar selvas, sino regar desiertos”.
En que nos ha afectado a los docentes
universitarios la pandemia originada por el Covid-19. Ella ha evitado que
podamos hacer acciones gremiales contundentes pues es nuestro deber dar ejemplo
evitando la aglomeración y el contacto físico que propicia la propagación de la
enfermedad, ya que Venezuela es un país con un sistema de salud desbastado y
hundido en la peor de las situaciones de crisis jamás vividas, y por
consiguiente debemos cuidarnos y cuidar a los demás del contagio viral,
aplicando las medidas de distanciamiento y bioseguridad como lo han señalados
nuestros expertos de salud.
Lógicamente reconocemos por todo lo
expuesto que la investigación (motor esencial de la praxis universitaria) ha
sufrido un deterioro que lógicamente afecta la calidad de la enseñanza, su
pertinencia y la formación idónea de los estudiantes, pero igualmente enfatizamos
que la lucha que podamos acometer será la lucha por la democracia, por cuanto
ya lo decía B. Skinner “la educación es lo que sobrevive cuando lo que se ha
enseñado se olvida”.
Finalmente quiero exteriorizar un
merecido reconocimiento a quienes aún, pese a las múltiples adversidades, hacen
vida activa en las casas que vencen las sombras y que día a día consagran sus vidas a la formación de
las nuevas generaciones que acuden a las aulas universitarias en la búsqueda
del conocimiento por cuanto consideran a la educación como el máximo patrimonio
de una sociedad que se cobija en la herencia de nuestros liberadores del yugo
de las naciones que trataron infructuosamente de apoderarse de esta tierra que
nació para ser por siempre libre de ataduras.
Que a todos ustedes, excepcionales
catedráticos, que para definirlos podríamos parodiar al poeta Machado: “Buenos,
en el buen sentido de la palabra” y que las futuras generaciones sabrán
reconocer por sus bondades y virtudes: bondades porque en el ejercicio de su
profesión aprendieron a querer a los propios, y virtudes, porque se puede ser
erudito, pero que difícil es querer al ser humano.
Que el Espíritu Santo irradie la luz
de la inteligencia sobre todos ustedes, que sin mezquindad de ninguna
naturaleza, ejercen la docencia y hagan
como propias las recordadas palabras de Kant “tan solo por la educación puede
el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace
de él”.
Trujillo, diciembre del 2021
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